—¿Qué…? —Luciana sentía cómo se le encendía el rostro.—Si sabías que ibas a entrar, ¡podrías haberlo dicho para que no pasara!—¿Y qué problema hay? —inquirió él con falsa inocencia—. No es la primera vez que me ves sin nada, ¿o me equivoco?Luciana se quedó sin palabras, recordando que, en otro tiempo, la situación era muy distinta. Prefería no discutir al respecto.Él, viéndola tan cohibida, se rió con ligereza.—¿Te sonrojas? Anoche, fuiste tú quien me desnudó. A menos que yo mismo me quitara la ropa mientras dormía… —añadió burlón.—¡Suficiente! —dijo Luciana, intentando recuperar la compostura. Aún sostenía la muda limpia—. ¿Quieres tu ropa o no?—Claro que sí —asintió él, acercándose con una sonrisa ladeada. Bajó la cabeza hasta situar sus labios junto a su oído, y exhaló con suavidad—. Salir así sería todo un espectáculo, ¿no crees?Luciana se apartó de inmediato, con la cara ardiendo.—Por favor, date prisa y vístete. Te espero afuera.—De acuerdo…Un rato después, cuando Alej
Leer más