72. TU ERES MI ADICCIÓN
LAVINIA Tomé los eslabones de hierro que colgaban de algún sitio, con los puños resbalosos del sudor, empinando el trasero y el coño palpitando emocionado. Jadeé, al sentir la punta de su polla pasarse arriba y abajo, abrí más las piernas, Diosa, lo deseaba como nunca había deseado a nadie. —¡Aaahhh qué grueso…! Sshhh… aahh… ¡qué rico bebé! Mi gemido se perdió en la tormenta que azotaba a nuestro alrededor cuando esa verga enorme y caliente me penetró, abriéndome a un límite que me tenía sudando. Mi vagina contrayéndose y mojándose, tragándolo golosa, pidiendo más abuso. — Laziel… —Lavinia… mi Lavinia… Mi cabello fue agarrado en un puño, dominada por garras en mi cadera, sus gruñidos en mi cuello y su falo entrando ardiente hasta las profundidades, una y otra vez… Gemía y suplicaba por más, mi cuerpo se movía vigoroso adelante y atrás, las cadenas se balanceaban sobre mi cabeza, mi coño gozando con la ardiente cogida. Laziel me montó como un animal en celo… Diosa, veí
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