Kereem…Habían pasado varios días desde la restauración del gabinete. No podía recordar bien cuántos, en realidad, todo se había convertido en una cadena continua de reuniones, acuerdos diplomáticos, reconstrucción de alianzas, audiencias internas, y noches enteras en vela.El calor del desierto no se iba, pero el fuego dentro de mí era peor.Dos semanas, dos semanas de silencios, de no saber absolutamente nada de Zahar, y en el fondo, yo no la culpaba, a veces me veía al espejo y no reconocía al hombre que ella conoció.Asad había tomado el mando del ministerio de Defensa con la firmeza que siempre lo caracterizó. Emré demostraba cada día que no me había equivocado al poner en sus manos una parte de este imperio.Descansar totalmente no era una opción, no aún, pero también estaba tomando el hábito del ejercicio matutino y muy fuerte, me estaba exigiendo más de lo que podía dar.Literalmente mi mente giraba como una maquinaria sin descanso, y mi cuerpo, aunque mantenía la postura de u
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