—Rosalba, ¿cómo te sientes? —preguntó Faustino.Bajo la estimulación de la acupuntura, Rosalba experimentaba sensaciones notables: —Siento los globos oculares entumecidos, y un hormigueo alrededor.Faustino acarició su mejilla: —Ahora intenta abrir los ojos lentamente, sin prisa.Rosalba, agarrando nerviosamente la mano de Faustino, abrió gradualmente sus hermosos ojos, aunque carentes de brillo. En medio de la confusión, su vista comenzó a recuperarse poco a poco. Tenues destellos de luz llegaban desde su alrededor, todo aún caótico y confuso.—¡Puedo ver cosas! —exclamó emocionada—. Aunque apenas distingo las formas y todo está borroso, no puedo ver con claridad.Aun así, la simple presencia de luz en su mundo la emocionaba enormemente. Vio la silueta frente a ella, sabiendo que era Faustino, y sin dudarlo se lanzó a sus brazos llorando de alegría.—¡Puedo ver! ¡Realmente puedo ver! ¡Es maravilloso, Faustino!Faustino, también feliz, le acarició la espalda: —Rosalba, cálmate, siéntat
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