—No puedo ganarte.Óscar, molesto, dijo: —Pero si estás haciendo sufrir a Olaia, haré lo que sea para ayudarla. Por eso solo pude recurrir a Delia.José iba a responder, pero Olaia salió justo en ese momento y lo interrumpió.—Señor José, por favor, salga de mi casa.José se acercó y trató de tomar su mano, pero ella la apartó rápidamente.—Olaia...José abrió la boca para disculparse, pero Olaia lo interrumpió de nuevo: —Señor José, rebajarte tanto solo va a hacer que te pierdan el respeto....—Tengo algo importante que decirte —Mateo, viéndolo, lo sacó del cuarto.José lo empujó, y Mateo, molesto, comentó: —¿Qué pasa, ya no necesitas mi ayuda?—¿Antes me rogabas y ahora me echas en cara lo que hice?José sacó un cigarro, lo encendió y, con tono indiferente, respondió: —Tú no me ayudaste en nada.Mateo, riendo con sarcasmo, replicó: —¿Que no te ayudé? ¿De verdad? He estado día y noche intentando que todo salga bien, ¿y eso no es ayudar?El humo se escapó de los labios de José, difumi
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