—Señorita Olaia, si acepta la comida, me voy sin problema.Olaia se irritó: —Si sigues así, llamo a la policía.Camilo respondió: —Haga lo que desee, señorita Olaia, pero por favor, acepte la comida. Si no, se va a enfriar y no sabrá igual....Olaia no quería más molestias.—Está bien, la acepto esta vez, pero no quiero que me sigas trayendo más, o nos veremos en la comisaría.Camilo pensó que al menos, por esta vez, podía entregarla.Ya vería qué hacer para la próxima.—De acuerdo, puede abrir la puerta.Olaia abrió la puerta y le recibió el paquete.Con un fuerte golpe, cerró la puerta tras él.La verdad era que no tenía ganas de comer esa comida, pero tampoco quería tirarla y desperdiciarla.Después de pensarlo un rato, decidió llamar a alguien.Camilo rápidamente le informó a José: —Señor, la señorita Olaia ha pedido un masaje a domicilio.José seguía en su habitación, sin salir.La comida que le había enviado a Olaia era de su restaurante favorito.Había pensado en cocinar él mis
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