—¡Yo que lo diga! Imaginaos, yo que tenía a Luiza y también a Lis en casa. Lis no tanto, siempre fue muy tímida y reservada, pero Luiza, por Dios, habla por los codos. A veces organizaba ventas de garaje o reuniones con sus amigas. Dios, me obligaba a quedarme con ella allí. Pedía la muerte, no mentiré. Verlas hablar y contar chismes de esto y de aquello, en serio, terrible. Pero no mentiré, hasta me gustaba, ¿sabéis? Con el tiempo te acostumbras. Es solo cuestión de tiempo. ¿Y tú, Benicio? ¿Cómo ha sido tu vida con Beatriz en este aspecto? ¿Qué nos puedes contar? —Liam mira a Benicio.—Beatriz es una mujer maravillosa, pero también habla demasiado. Tanto que no me gusta cuando empieza a tomar cócteles, porque entonces no para. Toma uno tras otro, y cuando está un poco achispada por la bebida, empieza a hablar de todo, absolutamente todo. Nunca he visto a alguien como ella, os lo digo, a veces hasta me da vergüenza, porque muchas veces es delante de algún amigo del trabajo. Siempre es
Leer más