Olimpia desapareció nuevamente, usando su técnica de camuflaje, mientras sus lamentos atacaban sin piedad. En la sombra, preparaba la estocada final.Gale, al ver el avance del enemigo, llamó a todos a reagruparse:—¡Todos juntos! —gritó, con voz firme.En ese momento, Félix ya estaba a su lado. Gale lo miró con ansiedad.—¿Estarás a mi lado? —le preguntó, con la esperanza de hallar fuerza en su leal dragón, como si su respuesta pudiera disipar el miedo de que aquella sería su última batalla.—A cada momento —respondió Félix con una calma imponente, lo que devolvió algo de paz al alma de Gale.Poco después, el rey elfo llegó con lo que quedaba de sus tropas. Aunque no eran miles, cada guerrero sería crucial. Los ejércitos de la Tierra también estaban listos, esperando el momento exacto para defender su hogar. Los dragones se alinearon, firmes, preparados para proteger a su rey y su legado.Liam, Jerome, Connor y Kaleb se unieron a Gale al frente del ejército.—Moriremos aquí —dijo Con
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