IV: Entrevista

—Adelante Torres y acompañante. — escucho como nos llama el director Cabrera.

M****a, solo pude dividir los estudiantes por grados. Muevo mi pierna derecha de arriba abajo dejando ver la ansiedad. Siento nuevamente la mano de la señora sobre la mía teniendo mi trabajo.

            —No te preocupes, puedo terminarlo yo. — habla la secretaria, hago una mueca.

            —Le prometo que la ayudaré cuando salgo. — aseguro mirando sus ojos, esta niega.

            —Repito, no te preocupes. La secretaria soy yo, no tú, así que ve con el director estoy segura de que te vamos a aceptar en nuestra facultad.  Y luego tendrás que ir a presentarte con tu equipo de trabajo y quien sabe conocer a tus futuros estudiantes. — expresa haciendo que me ponga nerviosa, si supera que soy más pesimista que optimista.

            —Eso espero. — trato de sonar emocionada y optimista a lo que me levanto de mi silla.

Miro al señor calvo que espera que pase por la puerta. En sus ojos puedo ver emoción con algo de esperanza, me muevo incomoda. Le sonrió al pasar a su lado y sin mas escucho como cierra la puerta. El hombre va a su escritorio y se sienta, hace una seña de que hagamos lo mismo. Me siento en una de las sillas, pero puedo notar el olor varonil del señor Domenech. M****a, ¿enserio me senté donde él se sentó?

            —Bueno es un gusto conocerla al fin April Gonzalez. — expresa el director a lo que pongo los ojos en blanco, eso no parecía hace media hora.  

            —Igualmente, señor. — respondo con una sonrisa.

            —Oh por favor, llámame, Luis. Si pasas la entrevista serás parte de esta gran familia. — aclara a lo que trato de dejar a un lado de que sería una familia loca que se acuestan con un hombre.

            —Está bien… — concuerdo ambas personas presentes esperan a que diga su nombre. —Luis. — suelten un respiro satisfecho.

            —Bueno a lo que vamos. ¿Eres buena enseñando? — cuestiona a lo que asiento.

            —Si, les daba tutorías a mis compañeros en la universidad. Siempre me buscaban para que les explicara los ejercicios de trigonometría, estadística, precálculo y calculo. — respondo orgullosa. —Siempre les traía ejercicios y nos reuníamos en los salones para estudiar.

            —Oh que bien, así que te gusta ayudar a los demás. — afirma, solo si se lo merecían… pienso.

            —Correcto. — afirmo.

            —¿Te gustan los adolescentes o niños? — cuestiona, ninguno… respondo dentro de mi otra vez.

            —Ayudo donde me necesiten más. No importa si son niños, preadolescentes o adolescentes, entiendo muy bien las matemáticas. — respondo a lo que Luis sonríe satisfecho.

            —¿Tienes alguna duda sobre nuestra institución? — pregunta poniendo sus codos sobre el escritorio.

            —Si, muchas. — respondo mordiendo mi lengua ¿Por qué pensaba preguntar sobre Domenech y las maestras? el director me mira atento. —¿El horario? — pregunto mirando a Joelian.

            —Entrarías a las ocho de la mañana y saldrías a las tres de la tarde. — responde con amabilidad y emoción.

            —¿Tienen proyectores o…? — el director interrumpe mi pregunta.

            —Tenemos pizarras inteligentes. — responde a lo que asiento.

            —¿Tengo que estar algo preocupada por los estudiantes? Como algunas destrezas que tienen problemas o si tienen un acomodo razonable. — trato de verme interesada por este trabajo haciendo todas estas preguntas.

            —Noveno está muy atrás en dominar muchas destrezas, no saben di multiplicar, dividir y muchas cosas más. Así que espero que le de fuerte en esas destrezas. Los demás en superior están bastante bien. — responde nuevamente el director a lo saco una pequeña libreta de mi cartera y anoto.

            —Bien. — contesto al terminar de anotar. —¿Algo más?

            —Lo demás te lo informo luego que lleguemos a un acuerdo la coordinadora y yo. Como sabrás hay otra maestra interesada en el puesto. — explica dejándome un poco decepcionada, ya que creía que era la única aplicando para este trabajo.

            —Está bien, entonces si fuese todo… — miro a Joelian esperando su permiso para retirarme.

            —Te llamaremos si hemos decidido por ti. — asegura guiñándome un ojo.

            —Claro, bueno… que tengan un lindo día. Gracias por la entrevista. — agradezco y sin más me levanto para retirarme.

            Al salir siento como le doy a alguien, es la secretaria que rápido me hace una mueca de que haga silencio. Asiento y cierro la puerta detrás de mí. Otra vez me toma de mi mano haciendo que salgamos de la oficina, tal parece que no quiere que nadie la escuche.

            —¿Cómo te fue? — cuestiona desesperada mientras sobra su nariz.

            —Parece que hay otra maestra interesada en el puesto, así que la van a entrevistar para decidir cuál es la mejor opción. — respondo con voz neutral, en su rostro veo confusión y niega.  

            —No puede ser, pero si se nota que eres una joven responsable, amigable, que le gusta ayudar y elegante. — describe para señalar mi ropa, si supiera que tengo pocas como estas.

            —No lo sé, solo me toca esperar. — respondo encogiéndome de hombros.

            —Ay este Cabrera, no le arranco los pelos porque no tiene. — no aguanto la risa al escucharla, esta también se ríe y toca mi hombro en forma de juego.  

            —Hola Mercedes ¿pudiste ver la nueva maestra? — cuestiona una mujer hermosa acercándose a nosotras tratando de mirar dentro de la oficina.

            Su tez es blanca, tiene un cuerpo escultural, su pelo marrón cae hasta su cintura… se nota que hace ejercicio. Trato de esconder mi abdomen ante su belleza. Mercedes me mira para luego mirarla a ella.

            —Bueno, supuestamente van a entrevistar otra maestra. Pero… — Mercedes me señala. —Te presento a Abril Gonzáles. — me presenta con una sonrisa.

            —Mucho gusto. — comento estirando mi mano a la mujer, esta toma mi mano con seguridad y me sonríe satisfecha.

            —Si te llaman, ella es la líder de las maestras tutoras. — informa Mercedes.

            —Yarimar Correa, el gusto es mío. — se presenta con una energía tan segura… la envidio. —Pues veremos quién es la supuesta maestra que también está solicitando el trabajo. — asiento.

            —Bueno, yo me voy. Escucharan de mi si me llaman. — me despido haciendo una pequeña reverencia y me voy a pasos ajorados.

            Miro totalmente con miedo el supermercado. Odio ir cuando está lleno la gente me pone los pelos de punta y más si dejan los carritos en el medio o hay niños corriendo por ahí. Aunque si lo analizo mejor, he estado cuando esta más lleno. Miro mi celular… para luego alejarlo, mis padres no pueden ser mi salvavidas todo el tiempo. Bajo del auto asesorándome que lo haya cerrado con seguro, tengo mi celular, mi cartera y las bolsas reusables.

            —Bien, tengo todo. — me digo a mí misma y por último seria entrar al supermercado.

            Busco mi carrito y sigo mi camino en buscar la comida que necesito para sobrevivir estos días sin hacer contacto visual con nadie. Siempre iba con mis padres hace dos años atrás por lo cual me siento bien sola cando hago compras. Busco en mi bolsillo una lista que hice, pero no encuentro nada.

            —Mierda. — maldigo pensando donde lo había dejado, estoy segura de que lo deje en mi bolsillo. Tal vez de sacar y meter mi celular en el bolsillo se me perdió, siento como la ansiedad sube por mi espalda, trato de controlar mi respiración. —Bien, solo toma lo necesario. Volveré a casa y verificaremos que necesito para la próxima semana. — trato de calmarme. —No pasa nada, cualquier cosa volvemos.

            Sin más tomo lo necesario y voy a apagar. Tengo que admitir que soy buena ahorrando, no gasto en cosas innecesarias cuando no estoy recibiendo mucho dinero. Por lo menos el sueldo que cobro en la tienda de ropa me da para comprar mi comida.

            El alivio me invade cuando salgo del supermercado, aunque siento que me violaron por comprar tan poco y que me pasara de cincuenta dólares. Escucho como mi celular suena haciendo que conteste rápido.

            —Buenas tardes. — respondo sin mirar el número.

            —Buenas ¿con April González? — me emoción se va al ver que no es Joelian.

            Me llamaron de los documentos que solicite ayer, de que ya están listos. Así que me encamino hacia los departamentos necesarios a buscar los documentos necesarios. No me atrevo a molestar a Joelian, ya que puede estar entrevistando a la otra maestra.

            Paso la llave en la cerradura de mi apartamento para abrir la puerta. Lo primero que hago es sacarme la ropa profesional con la que fui a la entrevista, quedando solo en brasier y bragas. Acomodo mi compra, me pongo a lavar ropa, limpiar el apartamento y a las cuatro de la tarde ya estoy sin hacer nada. No tengo hambre… recuerdo que no me he tomado mi pastilla de ansiedad así que la tomo.

            Observo el Nintendo switch mientras me muevo de un lado para otro en mi silla, hace mucho no lo toco. Antes me encantaba jugar… tienes que despejar tu mente ¿Cómo lo hacias antes? Llegan las palabras de mi psiquiatra a mi mente.

            —Jugando. —respondo, suspiro y me encamino hacia la consola para encenderla.

            Hay muchas notificaciones en ella de juegos nuevos, veo que esta puesta el caset de Splatoon2. Le doy empezar y ahí estoy yo otra vez. Aguanto los gritos cuando me matan y cuando mi equipo no hace un buen trabajo. Escucho como nuevamente suena mi celular, pero no contesto ya que estoy jugando online. Otra vez suena cuando está terminando la partida… estiro mi mano donde se encuentra el maldito celular.

            —Halo. — respondo la llamada molesta mientras trato de pintar lo más que puedo.

            —Hola April, soy Joelian. — salida mi compañera de trabajo cuando alguien me mata y veo como perdí esta partida a lo que trato de no suspirar.

            —Hola ¿Cómo estás? — trato de sonar lo más feliz posible.

            —Muy bien ahora que sé que tienes el trabajo. — me quedo en shock al escucharla reír de la emoción.

            —¿Enserio? — pregunto sin poder creerlo.

            —Si, felicidades. ¿Puedo ir a tu hogar para que firmes unas cosas del contrato? Y mañana empezarías como tal. — informa de lo más casual.

            —Ahora te envío el pin. — susurro aun sin poder creer la gran sorpresa. —Ya tengo los papeles que te debía. — notifico.

            —Perfecto, entonces me los entregas cuando llegue. Envíame el pin, chao. — sin más cuelga, me tiro sobre la silla gamer aun sin poder creerlo.

            Miro lo que llevo puesto, tengo que bañarme. Le envío el pin y rápido me meto a la ducha para darme un baño rápido. Busco una ropa decente y exactamente cuándo termino de vestirme escucho que me llega un menaje de Joelian donde avisa que ya llego. Busco los papeles que busque hoy y salgo a recibirla.

            —¡Hola! — saluda dando saltitos llena de emoción y me abraza haciendo que sienta esa corriente rara cuando toco a alguien.

            —Gracias. — agradezco refiriéndome en darme el trabajo.

            —No agradezca, le caite muy bien al director y a la secretaria. La otra maestra era más seria y antiguar, queremos jóvenes que enseñen de diferente manera. — responde entregándome el contrato y yo entregándole los papeles que le debo.

            —Oh, necesito un bolígrafo. — me giro para buscarlo.

            —¡No! — me sorprendo por su grito me enfrento con sus ojos suplicantes. —Yo tú lo leo bien, digo firma donde dice el nombre de la compañía de las tutorías. Los otros… leemos y te comunicas con la persona que solicito tu servicio. — da unos pasos hacia atrás con ganas de decirme más, pero no se atreve. —Ya sabes mañana a las ocho de la mañana en el colegio, no estaré yo, pero si la líder. Tengo muchas cosas que hacer así que no podre ir, suerte y éxito. Nos vemos en el otro trabajo. — sin más se va montándose en su auto y tocando bocina antes de desaparecer.

            —¿Otro contrato? 

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