V: Somos un equipo

            —¿Otro contrato? — cuestiono curiosa, pero recuerdo lo que estaban hablando las maestras adolescentes. —No puede ser tan atrevido. — comento entrando a mi apartamento.

            Me siento en mi escritorio leyendo el contrato con detenimiento. Todo iba bien hasta ver le nuevo contrato. No veo el nombre del mete verga institucional por ninguna parte, pero este contrato…

            «1- La maestra tutora de matemáticas, April González, se dedicará a dar su servicio a la escuela superior y al quinto grado.

            2- No tendrá una relación sentimental o sexual con personal de la escuela, estudiante o familiares de los estudiantes.

            3- El estudiante, Noah Domenech, será el estudiante prioritario para darle tutorías, eso cabe en ofrecerle tutorías de todas las materias.

            4- No firmar otro contrato hasta que se acabe su servicio como maestra tutora el 31 de mayo.

            5- Si rompe una de estas reglas será despedida inmediatamente.»

            —¿Están de coña? — pregunto enojada ante tal falta de respeto y lo peor es que ha sido un contrato enviado por la escuela y no por el mete verga institucional. —Soy una persona profesional obviamente no me meteré con nadie y no puedo tener preferencia con algún estudiante. — firmo el contrato de la compañía, pero de la institución… mañana me van a escucharan.

            A la mañana siguiente salí de mi hogar a las 7 a.m., más vale que este el director temprano. Anoche no pude dormir por la rabia y más la ansiedad. Estaciono mi carro, observo como empiezan a llegar estudiantes a las 7:30 a.m. Me bajo del auto y camino a paso rápido hacia la oficina.

            —¿Me pueden explicar que es esto? — cuestiono sin saludar al ver a Mercedes donde hay algunos padres esperando ser atendidos.

            —Señorita González, buenos días. — saluda Mercedes dando unas miraditas a los padres presentes.

            —Buenos días. — los saludos dando una pequeña reverencia para luego fijar mi mirada en la secretaria.

            —Esto… — empieza hablar.

            —Claro que sí, estamos a la orden siempre. —escucho como habla el director saliendo de su oficina.

            Me acerco a la puerta y espero a que salga. Al salir lo primero que encuentra es mi cara de muy pocos amigos a lo que hace una mueca para después sonreír a los padres presentes. 

            —Los atenderé en unos minutos, gracias. — avisa para luego cerrar la puerta detrás de mí. —Sígueme. — ordena molesto haciendo que mis manos empiecen a temblar, pero tengo que resistir. —¿Qué es lo que desea señorita González? — cuestiona a lo que solo le doy su contrato para atrás sin haberlo firmado, saca un suspiro pesado.

            —Creo que es una falta de respeto que me ofrezca tal contrato, tengo mis valores director Cabrera. — respondo indignada y niega.

            —No lo hago por usted créeme, este contrato la salvara de muchas cosas. — trata de convencerme señalando el contrato. —Hay muchos padres que tienen dinero y bueno mis maestras no son del todo…

            —Alla sus maestras si no tienen valores, pero yo los tengo. — me señalo con rabia. —No me meto con cada hombre vea, le aseguro que no he tenido relaciones por más de tres años, hasta me estoy considerando asexual. 

            —Le aseguro que cuando aparezcan los hombres, que no son para nada feos en su cara y le ofrezcan dinero junto a vida sexual satisfactoria se va a olvidar de todo eso. He visto muchos de mis maestros corromperse. — responde algo herido, ahora que lo pienso… es muy fino. —Además ¿Qué va a perder si el contrato trata de resistirse sexualmente? — me quedo en silencio, tiene razón el contrato no va contra mis principios.

            —No puedo tener preferencia con los estudiantes. — expongo refiriéndome a Noah Domenech, el director niega.

            —No hay opción ahí, el niño necesita a alguien que lo comprenda. Y por lo escuche ayer fuiste empática con él y hasta te hablo. ¿Le dirás que no a un niño que necesita tu ayuda? —cuestiona dejándome incomoda. —Créeme, este contrato se lo enseñas al padre de Noah y no podrá tocarte a menos que hable conmigo para llegar a un acuerdo. Te estoy protegiendo, señorita González. — muerdo mis labios al escucharlo.

            Tiene razón, el contrato me hace estar alejada de personas peligrosas cosa que va acorde con mis principios. Solo tengo que mostrarles el contrato y entenderán. Pero me enoja que piense que soy como las demás mujeres o hombres de esta institución.

            —Solo quiero que sepa que no soy como los demás. — aclaro donde el asiente, me devuelve el contrato y busca un bolígrafo.

            —Entonces fírmalo, eres la primera que ofrezco este contrato. — deposita el bolígrafo sobre el papel, suspiro y a los segundos lo firmo. —Me lo agradecerás, lo juro. — gruño no muy segura. —Ahora ve a conocer a tu equipo, sigue el pasillo y la puerta dice tutorías. 

Asiento y sin dar las gracias me retiro. M****a me siento como si estuviera entrando a una isla llena de víboras. No miro a Mercedes, sé que no es su culpa, pero soy así si estoy enojada no le hablo a casi nadie. Al salir de la oficina me topo con un niño, el mismo de ayer, este está tomando de la mano a una señora. Al fijar sus ojos azules en mi brillan más de lo normal a lo que trato de sonreírle.

            —Nana, es ella. — avisa dando saltos y halando varias veces el brazo de su nana la cual le sonrió.

            —Mucho gusto, April Gonzáles, seré la maestra tutora de su niño. — me presento lo más amigable posible, aunque por dentro estoy hecha una fiera.

            —Oh, Noah no ha parado de hablar de ti. Tiene loco a su padre y a mí de tanto que describe como es y lo cómodo que lo hace sentir… tanto que siento ese amor ma…

            —¡Nana eso no! — exclama el niño sacando su actitud dominante, parecido a la de su padre.

            —Lo siento joven Domenech. — se disculpa la señora para luego guiñarme. —Bueno vaya a su salón, ya van a ser las ocho.

            Noah aleja su mano para unirla con la mía para luego sonreírme de oreja a oreja. Miro a la señora que asiente para luego retirarse. Los padres presentes nos pasan por el lado y nos miran de forma cariñosa, algunos como las madres que tal parece que son solteras me ponen cara. Carraspeo un poco mi garganta incomoda y halo al niño.

            —Si estás aquí significa que va a ser mi maestra. — rompe el silencio Noah a lo que asiento mientras leo el grado que dice cada puerta buscando el quinto grado. —Ósea que puede cumplir su promesa.

            Me detengo al escucharlo, se me había olvidado esa promesa. Si no fuera hijo del mete verga con gusto lo ayudaría, pero tengo que ser cautelosa. Diviso el salón de quinto grado y me fijo que la oficina de tutorías está al lado.

            —Lo único que faltaba. — susurro haciendo que el niño me mire confuso. —Bueno, estamos frente de tu salón. — aviso esperando que suelte mi mano, pero él solo niega con miedo a lo que frunzo mi seño.

            Miro por la ventana de la puerta, hay una maestra tratando de controlar a los monstruos. Escucho su voz y la reconozco como una de las maestras que estaba hablando ayer como si fuera una adolescente en celo. Miro al niño con pena, con razón no quiere. Ella tiene que tratarlo de una forma que no es normal. Me doblo para ponerme a la altura de Noah y acaricio su pelo.

            —No tengas miedo, vienes a aprender y sobre todo no pares de preguntar. La curiosidad es la mejor amiga del aprendizaje. Cualquier cosa estoy al lado, pregunta por mí y apareceré como el genio de Aladino. —le pellizco el cachete a lo que sonríe no muy seguro. —Cuenta hasta cinco y entra.  — suelta mi mano y mira la cerradura no muy seguro de que pueda hacerlo. —Uno, dos, tres, cuatro y cinco. — me sorprende ver como si logra abrir la puerta y entrar.

            Miro nuevamente por la ventana para observarlo, se sienta callado en su pupitre. Los otros niños siguen haciendo reguero. Noah fija su mirada en la mía y alzo mi mano enseñando mi dedo pulgar para que vea que todo va a estar bien para luego señalar para el lado para que sepa que estaré cerca. Me fijo en la puerta donde estaré trabajando de ahora en adelante.

            —Buenos días. — saludo al entrar, un olor relajante invade mi nariz haciendo que los latidos de mi corazón se relajen.

            —¡Buenos días! — exclama casi cantando la secretaria. —¡Chicos llego la nena! Me llamo Joseline. — ¿yo, nena?, me pregunto a mí misma. —Estaba loca de conocerte, Yarimar dijo que te veías muy tierna. — sonrió sin saber que decir. —Y tímida, pero eso se va a ir con nosotros.

            —¡Buenos días! — saludan otras tres personas acercándose a la pequeña recepción.

            —Buenas… — susurro sin saber que hacer.

            —Te presento a Leo, Yelimar y como sabrás Yarimar. — los presenta Joseline muy sonriente.

            —Mucho gusto, April. — me presento inclinándome un poco, no quiero darles la mano un nada.

            —Bueno April, tu salón estará aparte del de nosotros. — informa Yarimar dejándome sorprendida. —Ya que le darás clases a superior, luego vendrás acá para darle la clase a quinto grado. Cabrera me informo de todo. — asiento sin ir en su contra. —Hoy nos dedicaremos a llamar los padres para que firmen las autorizaciones de las tutorías que le vamos a brindar a los estudiantes. — me cara se descompone al escucharla. —¿Estas bien? — pregunta preocupada.

—Si, solo que no… me gusta llamar a la gente, pero si es mi trabajo lo hago con mucho gusto. — respondo sonriendo, pero el señor Domenech se hace presente en mi cabeza. Escuchar su horrible voz… m****a no escapare rápido de él.

            —Bien, también tienes que hacer la lista de los estudiantes que participaran en las tutorías. Al terminar todo eso, podremos darle una preprueba y luego las clases normales para cubrir las destrezas necesarias.  — termina de explicar a lo que saco mi libreta y empiezo anotar. —April, aquí somos un equipo tratamos de ser lo más sinceros posible. Somos nosotros contra los maestros regulares, así que no temas en decirnos algo, aunque sea una estupidez.

            —Claro, gracias. —agradezco con amabilidad a lo que todos sonríen.

            —Ven con nosotros, estamos haciendo todo en el salón de Yarimar. — habla Yelimar haciéndome señas de que la siga, lo cual hago.

            —No es justo que me dejen acá para saber quién viene o no. — se queja Joselin haciendo puchero a lo que me rio.

            —Nos vas a escuchar, Joselin. — le canta Leo muy feliz.

            Al entrar al salón de Yarimar noto que es muy pequeño, pero acogedor. Leo me da una computadora y me explican que va a ser mia durante el transcurso del año. Sin más empiezo hacer mi trabajo, escucho lo que hablan y me hacen reír mucho, no tienen filtro alguno, es como estar en familia. Noto como Yelimar se va dando una excusa que va a ver a sus hijos y en ese mismo instante Leo, Yarimar y Joselin se me acercan a lo que me muevo incomoda.

            —¿Cabrera te hizo el contrato? — pregunta Yarimar intrigada, aunque los otros dos no se quedan atrás.

            —Si, me sentí algo incomoda, pero lo firme. — respondo buscando el papel en mi mochila para enseñárselo.

            —El cabrón lo hizo. — comenta Leo riendo mientras da unas pataditas al suelo, viendo el contrato.

            —Fue idea de nosotros, ningún padre hasta ahora se ha metido con nosotros. Pero eres joven y atractiva, tenemos miedo de que salgas lastimada. — explica Yarimar centrada en su computadora. —Lamento que te hayas sentido incomoda.

            —Está bien, de todos modos, no va contra mis principios. — respondo encogiéndome de hombros.

            —Mira si, le dejaron a cargo quinto grado centrándose más en Noah. — comenta Leo sin poder creerlo a lo que Yarimar asiente riendo.

            —Por eso mismo le dije a Cabrera que hiciera el contrato, sé que Nathan quera meterse con la nueva y no lo vamos a permitir. — responde Yarimar sin abandonar los ojos de la computadora.

            —Ay ese muchacho, no sé a quién salió tan puto. — se queja Joselin a lo que me rio.

            —¿A quién más Joselin? Su padre era igual y Noah va por el mismo camino, si no es que aparece una mujer que le enseñe lo contrario. — contesta Yarimar.

            —Nena, te hemos salvado del diablo. — expresa Leo asintiendo, entregándome el contrato para luego reír. —Cuando Nathan aparezca con su seducción solo deposita le contrato en sus manos. Eso si Yarimar mandaste a la ahorca a Cabrera.

            Yarimar se encoge de hombros, escuchamos como entra alguien a la oficina y rápido hacen silencio. Yelimar entra para sentarse en su sitio y preguntar de que estamos hablando a lo que responden cosas de las maestras locas. Seguimos nuestro trabajo a lo que termino rápido… lo que significa que me toca llamar a los padres. Específicamente enfrentarme a Domenech nuevamente, solo espero que me conteste una de sus putas.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo