Retando al CEO

En la mansión de Natalia

Natalia recibió la noticia de que el CEO había capturado a Amelia y sonrió satisfecha. Por fin había logrado aquello por lo que tanto había luchado en la vida. Se sentía feliz de que esa hija que nunca quiso tener al fin le haya servido para algo bueno.

Lo que no le agradó demasiado fue el hecho de que dos de sus secuaces murieran en la escena. Ella estaba segura de que tarde o temprano iba tener que pagar muy caro por la vida de esas personas.

Ella tomó su celular y le marcó a Ángel un sin número de veces, pero no recibió ninguna respuesta de su parte lo que la enfureció en gran manera.

-Maldito Ángel – gritó mientras lanzaba el celular con fuerza – espero que estes disfrutando tu reinado porque se te acabara muy pronto. Juro que voy a destruirte más temprano que tarde Ángel Andújar.

Ángel se fue a su despacho a terminar con algunos pendientes mientras su Amelia descansaba un poco, esperando que después de que durmiera ella estuviera más tranquila y fuera capaz de escuchar sus razones.

Por su parte, Amelia no tenía planes de dormir, ella solo quería armar el plan perfecto para salir de esa casa donde no tenía intenciones de vivir.

Amelia comenzó a revisar la habitación por todos lados, tenía la necesidad de encontrar una brecha, algún lugar por donde pudiera escapar. Mientras más tiempo pasaba buscando más difícil le parecía encontrar una salida.

-Te encontré dijo – Amelia al notar que la ventana del baño estaba semi abierta, ella sonrió con picardía – se te escapó un detalle Ángel adujar.

En ese momento Amelia sintió que alguien había entrado en la habitación y de inmediato salió del baño, ella no quería que se notara que ella había descubierto la ventana abierta. Cuando entró a la habitación pudo ver a dos sirvientas con la intención de limpiar todo el desorden que ella había hecho.

Mientras las sirvientas limpiaban su habitación Amelia aprovechó para hacerles algunas preguntas con la única intención de descubrir algún punto débil en el gran CEO.

- ¿Qué tiempo tienen ustedes trabajando en este lugar? – le preguntó Amelia a una de las chicas que diligentemente se apuraban en dejar la habitación impecable.

-Lo siento señorita, pero nosotras tenemos prohibido responderle cualquier pregunta – respondió Soraya mientras la miraba con ojos pensativos, en cuanto a Lidia la otra chica que acompañaba a Soraya no perdía tiempo para mirarla con arrogancia.

Soraya se metió al baño a limpiar ahí, mientras lidia se encargaba de la habitación.

-Que estúpida eres ¿Cómo te atreves a ponerle resistencia al señor Ángel? ¿No te das cuenta de que cualquier mujer sería capaz de dar lo que fuera por estar en tu lugar? – le preguntó lida con resentimiento – incluyo yo estaría feliz de recibir una dicha tan grande.

Después de haber terminado de limpiar lidia se fue rápidamente de la habitación

Yo misma voy a deshacerme de ti – pensó Lidia en su interior, ella estaba muerta de la envidia. En cuanto supo de la presencia de Amelia y del lugar que ocuparía ella sintió un profundo odio por ella.

En la habitación Soraya también se disponía a marcharse cuando Amelia se acercó a ella para pedirle ayuda.

-Por favor, por el amor de Dios y de una mujer a otra ayúdame a salir de este lugar – dijo Amelia con sus ojos suplicantes y llena de desesperación.

-Señorita, con todo el respeto que usted se merece, nosotros tenemos la orden de servirle, pero ayudarla a salir de este lugar no está incluida en nuestras tareas, es imposible que pueda ayudarla sin que pierda mi cabeza en el proceso. Solo le aconsejo que tenga paciencia, ya encontrará la manera de conseguir sus objetivos.

Luego de decir esas palabras Soraya salió tan rápido como un ciclón de esa habitación, ella sabía que si alguien se llegaba a dar cuenta de que había hablado con Amelia correría grave peligro. Sin embargo, se arriesgó a decirle porque después de todo ella también era mujer e imaginaba lo difícil que podía ser estar encerrada en un lugar en contra de su voluntad.

Soraya era la única persona que conocía a Ángel Andújar por dentro y por fuera, la madre de Ángel murió cuan él era un bebé y Soraya se encargó de cuidarlo desde entonces, mientras que su padre se pasaba día y noche trabajando para lograr que su empresa fuera lo que ahora es. Nunca estuvo cerca de su hijo, aunque se aseguraba de que nunca le faltara nada. Solo cuando ángel cumplió los veinte años su padre comenzó a entrenarlo para ser el CEO arrogante y sin piedad que era Ángel. Cuando su padre murió en el derrumbe de una construcción ángel tomó el control de todas sus empresas y se había encargado de liderarla exactamente como había aprendido de su padre.

Cuando llegó a la sala Soraya tomó una foto de Ángel en sus manos y mientras le acariciaba el rostro pensaba en lo dura que había sido la vida para Ángel desde la muerte de su madre.

-No importa lo arrogante y malvado que intentes parecer, yo estoy segura de que en el fondo eres una buena persona y que sus sentimientos por esa muchacha son reales dijo Soraya mirando la foto de Ángel fijamente – ojala que al final te dejes doblegar mi niño rudo.

Amelia se quedó pensando en las palabras de esa sirvienta. Aparentemente su consejo estaba bien intencionado, pero Amelia no sabía cómo tener paciencia. Ella necesitaba salir de ese lugar lo antes posible, de ninguna manera estaba dispuesta a esperar.

Ella se pasó toda la tarde pensando en sus posibilidades. Al final de la tarde ya tenía un plan perfectamente elaborado.

Entre tanto en su despacho ángel ya había terminado de realizar todos sus pendientes de ese día.

-Por hoy hemos terminado, puede irse a su casa señorita Keila – le dijo a su asistente personal mientras se paraba de su escritorio para salir del despacho – mañana trabajaremos en la oficina, así que no se le ocurra aparecerse por aquí.

Sin esperar alguna respuesta ángel salió del despacho y se dirigió a la cocina a buscar a la cocinera.

-Señora Vanesa, necesito que prepare una cena especial y que la envié a la habitación de la señora Amelia, ahí cenaremos los dos – le dijo a la cocinera y de inmediato salió de la cocina y se fue a la habitación de Amelia con la esperanza de encontrarla más calmada para poder hablar con ella de manera civilizada.

Cuando entró a la habitación se encontró a Amelia sentada en una silla con su cabeza recostada de la mesa, parecía estar muy triste y pensativa lo que de inmediato provocó que el corazón de ángel desfalleciera. Esa no era la forma en la que él quería ver a su amada, él solo quería ser feliz a su lado, sin embargo, sabía que necesitaría tiempo para demostrarle lo mucho que la amaba.

- ¿Qué quieres? – dijo ella con voz entre cortada levantando su rostro y dirigiendo su vista directamente a la de él.

-Quiero hablar – dijo él con voz calmada sentándose frente a ella sin dejar de mirarla ni por un momento.

-Si vienes a decirme una vez más que te pertenezco, te digo de una vez que no me voy a quedar quieta, voy a luchar contra ti y contra Natalia hasta conseguir mi libertad. Yo nunca voy a darte mi corazón. Quizás viva toda mi vida secuestrada en esta enorme casa, pero tu jamás vas a obtener lo que quieres que es mi amor. Si un día me tomas lo harás por la fuerza y te garantizo que así no vas a sentir ningún placer – le dijo ella con su voz suave y calmada con la única intención de provocarlo, quizás cuando por fin se diera cuenta que ella no iba a amarlo decidiera dejarla libre. Si Ángel tenía, aunque sea un poco de sentido común, cuando la viera sufriendo por mucho tiempo quizás decidiera dejarla ir.

Contrario a lo que Amelia esperaba, sus palabras estaban provocando un efecto adverso en Ángel quien por su parte solo pensaba en que algún día lograría que ella lo amara tan intensamente como él a ella.

-Esto no es un secuestro Amelia. Solo necesito que tu entiendas que tu libertad depende de ti, yo no tengo ninguna intención de mantenerte encerrada, solo quiero que me ames y que entiendas que mis sentimientos por ti son puros – dijo él mientras la miraba fijamente a los ojos mostrándole real sinceridad en ellos.

-No puedo creer que seas tan sínico que te atrevas a hablar de sentimientos cuando ni siquiera sabes lo que es eso – dijo Amelia parándose de su lugar para correr lejos de él – en todo caso si en verdad tienes sentimientos, no me interesan, me das asco tanto tu como tus asqueroso sentimientos.

Para ella el seguía siendo ese hombre cruel y arrogante con el que nunca saldría. Y ahora lo consideraba peor, era capaz de comprar a un ser humano y retenerlo en su poder en contra de su voluntad. En su interior le tenía miedo a Ángel Andújar pues lo creía capaz de cualquier cosa y lo peor es que ni siquiera sabía cómo amar.

Después de un rato lidia y Soraya subieron a la habitación de Amelia a llevarle la cena. En cuanto Amelia pudo oler la comida se dio cuenta del hambre feroz que sentía. Su estómago comenzó a reclamarle comida y aunque ella tenía la intención de negarse a cenar no pudo negarse ante esa deliciosa cena.

La cena constaba de un delicioso filete de cerdo al horno con vegetales salteado, ella no sabía si fue a propósito, pero habían dado en clavo en cuanto a sus gustos por la comida.

Amelia, aunque no estaba a gusto con la compañía cenó hasta que se sintió satisfecha. Por su parte Ángel estaba muy feliz de verla comer ya que por un momento tuvo miedo de que ella le realizara la guerra del hambre porque eso era algo con lo que él no sería capaz de lidiar.

- ¿Satisfecha? – preguntó Ángel al verla suspirar saciada.

-Aun no, espera – dijo ella mientras se movía a tomar un vaso con jugo de naranja, luego se lo echó completo en la cara a Ángel y se sentó nuevamente en su lugar – ahora sí – Amelia le brindó una sonrisa de burla y se sintió bien con lo que había hecho. Ella se había prometido hacerle la vida imposible a ese hombre hasta que ella lograra escapar o él se arrepintiera de haberla comprado y quiera devolverla porque no la soporta más.

Ángel no quiso decir nada, él la miró en silencio por un largo rato y luego se paró de su silla para ir a su propia habitación a limpiarse.

-Pagarás por esto – dijo justo antes de cerrar la puerta detrás de él. consideró que Amelia había sido muy atrevida y le daría una lección para enseñarla a respetarlo, después de todo él era su dueño.

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