Capítulo 6

Procuro acelerar el paso a medida que nos acercamos a él, pero Pink Panter me lo impide colgándose de mi brazo derecho y apoyando su cabeza en mi hombro; la observo de soslayo sospechando de sus intenciones.

—No voy a tragarme el cuento de que estás cansada y por eso caminas como una anciana —le advierto, adivinando sus intenciones.

—Cansada no —arrastra los pies—, sólo muerta.

Pongo los ojos en blanco y bufo ante su mala actuación.

—Entonces, no te importa si te abandono aquí para que los buitres te coman.

—Que mala eres —hace un puchero inflando las mejillas.

Me encojo de hombros y chasqueo la lengua al tiempo que revuelvo sus cabellos con mi mano libre.

—Eso te ganas por insistir en cumplir tus estúpidas fantasías.

—¿Qué fantasías? —pregunta con fingida inocencia.

Suspiro con pesadez a sabiendas que no se dará por vencida con facilidad. No necesito leer su mente para saber que su aniñada imaginación continúa construyendo una historia de amor que es digna de competir con cualquier novela para adolescentes.  

“Debe haber una forma de hacerla entender”, reniego. 

—¿Clase pesada? —pregunta Seth, con voz socarrona cuando pasamos a su lado.

Lo ignoro, pero Pink panter se detiene y tira de mi brazo para que la imite.

—A la profesora Davies le gusta torturarnos —exclama ella con exageración y ambos me observan esperando una respuesta.

—No fue para tanto —suelto y chasqueó la lengua con fastidio.

Seth se inclina para recoger dos botellas de agua que tiene a sus pies y las extiende hacia nosotras.

—Muchas gracias —mi amiga las recibe como si se tratase de un valioso tesoro y empieza a beber al tiempo que me extiende la otra botella.

Yo solo asiento y la imito ante la atenta mirada del azabache. Un fino hilo del cristalino líquido se escapa por la comisura de mis labios y baja lentamente por mi mentón hasta llegar a mi clavícula. Alejo el recipiente y me limpio los labios con el dorso de la mano izquierda al darme cuenta que a seguido el recorrido de la gota con una oscura mirada. Observo a Mel que sonríe y levanta las cejas en forma insinuante a la vez que continúa bebiendo.

“Por todos infiernos”. Ruedo los ojos ante sus obvias indirectas, pero ella pasa de mí y comienza a sacar conversación, hablando sobre mi inteligencia y lo delicado de mi carácter. Tengo que morderme el interior de mi mejilla para no reír a carcajadas cuando la escucho describir lo femenina que soy.

—¿Puedes dejar de exagerar? —la amonesto cansada de sus excesivos elogios.

—Oh, vamos. Sólo estoy diciendo la verdad.

—A mí me parece que me estás vendiendo —me cruzo de brazos.

—Sí ese es el caso déjame ir por mi billetera —dice Seth.

 Mi mal genio estalla ante sus burlas.

—Vete a la mier…

—¡SETH!

Quiero ponerlo en su lugar, no sé quién demonios se cree, pero una fulana se asoma sobre el borde de las gradas y nos interrumpe llamándolo a gritos. Sin embargo, él la ignora por completo. ¿Qué diablos sucede en esta m*****a academia? Es un océano de estrógeno fuera de control.

—Tan sólo fue una broma —dice Seth con una sonrisa estúpida que me crispa los nervios.

—Y ¿qué parte consideras graciosa? La que me comparas con un objeto o la que insinúas que soy una prostituta a la cual puedes comprar —hablo entre dientes, conteniendo a la bestia que me empuja al borde del abismo.

—Lo lamento ¿De acuerdo? —levanta sus manos al aire en señal de inocencia—. Deja que te invite a cenar para compensarte.

—No.

—Sí —me contradice Mel, dándome una mirada de reproche—, hoy es noche de pizzas y no pienso perdérmela.

—¿Sabes qué? Haz lo que quieras —Me doy por vencida sabiendo que no puedo contra ella y su tenaz obstinación. No será tan grave compartir la cena con él, mientras mi amiga nos acompañe—. Ahora, vamos a ducharnos que realmente apesto.

Ambos me miran extrañados por mi comentario. Seth sonríe y me arrebata la botella de la mano. 

—Yo diría que es todo lo contrario —asegura, antes de beber lo poco que queda de agua.

No comprendo como alguien puede verse tan sexy por solo beber agua, aunque la camiseta blanca y los jeans azules que lleva ayudan mucho a su imagen. 

—Eso es un beso indirecto —aclara con asombro Mel al verlo, sacándome de mi estupor

—Que estupidez ¿Acaso tienes cinco años? —la amonesto, sintiendo que mis mejillas comienzan a arder. 

Seth se carcajea y puedo jurar que jamás me cansaría de escucharlo. Sacudo la cabeza con disimulo “¿Qué diablos?”.

—¡Seth! Cariño —Patricia se aproxima con su sequito de zorras.

—Bueno, está comenzando a oler mal aquí —Pink Panter sacude una mano frente a su rostro— y no me refiero a ti —me sonríe—. Mejor nos vamos.

—Buena idea —giro sobre mis pies y comienzo a caminar. 

—Te veo en la cena —Seth eleva la voz para que lo escuche. 

Levanto la mano izquierda y la sacudo en el aire sin voltear.

—No vas a dejarlo pasar ¿Verdad? —protesto ante la idea de reunirme con Seth para cenar.

Mel me observa enarcando una ceja y frunciendo los labios niega con la cabeza. Ambas entramos a los dormitorios, como ya es costumbre ella va colgada de mi brazo. 

—No puedes negarte —al llegar a las escaleras interiores me suelta para que ambas vayamos a nuestras respectivas habitaciones—. Ahora, quiero que te duches y elijas algo bonito para vestir —Me señala frunciendo el ceño—; más te vale que no intentes huir, porque no te lo perdonaré —subo los peldaños con pesadez y la escucho gritar— ¡Y date prisa!

Cuando entro a mi cuarto voy directo al armario, cojo una camiseta negra de mangas cortas y un pantalón cargo color caqui oscuro junto con un conjunto de ropa interior. Mi compañera está tumbada en su cama y como de costumbre juega con estúpido teléfono, paso a su lado sin siquiera saludarla y me meto al baño para darme una ducha rápida. El agua está helada y se siente genial; no estoy segura si se debe al ejercicio, pero mi cuerpo arde y el frío ayuda a calmarme. Me lavo el cabello y termino de enjuagar el jabón sin demora al recordar que Pink Panter está esperándome. Me seco y me visto con las prendas que he escogido, peino mi cabello con los dedos, una de las razones por la que adoro llevarlo corto es que no tengo que perder el tiempo en arreglarlo, y doy un último vistazo al espejo del tocador.

“Creo que me veo bien”.

¿Desde cuándo me preocupa mi apariencia? Supongo que Melody me está influenciando ya que ella es muy coqueta y femenina, aunque también un poco loca e infantil.

Cuando salgo del baño mi inútil compañera ya no está, supongo que ha ido al comedor. Por suerte no tengo que contener mis ganas de golpear su estúpido rostro, me siento en la cama para calzarme mis borcegos y reviso mi celular disfrutando del sosiego. Después de entrenarme por unos minutos respondiendo los mensajes de Ethan y de reportarme con mi madre, salgo para ir por Mel.

Las habitaciones de los becados se encuentran en la planta baja. El director de la Academia es la hipocresía en persona, se encarga de promulgar esa m****a de la inclusión y luego remarca la m*****a división de estatus poniendo a aquellos alumnos becados en el nivel más bajo del edificio, como demostrando que ese es su lugar.

—Después de graduarme voy a tomar la cabeza de ese condenado director como trofeo.

Me importa un demonio sus razones, pero no puedo soportar que mi nueva amiga sufra tantas humillaciones, ya tiene suficiente con tener que trabajar los fines de semana para poder satisfacer sus necesidades básicas.

“Cuando mamá abra su cafetería la contrataremos”. 

Llego donde Mel y llamo a la puerta con suavidad.

—¿Pink Panter? ¿Estás lista?

Ella abre envuelta en una enorme toalla amarilla, el cabello se le pega a la piel del cuello debido a la humedad, lo cual me dice que acaba de salir de la ducha.

—Entra. Sólo me faltan los zapatos.

—¿Es en serio? Me apresuré solo para esperarte —bufo, sentándome en la pequeña silla junto a su escritorio.

—La belleza toma tiempo —me recorre con la mirada y se cruza de brazos—. No piensas ir vestida así ¿Verdad?

—Es esto o nada —respondo de la misma forma que lo hago con mi madre.

Ella pone los ojos en blanco y deja caer la toalla quedando completamente desnuda. Desvío la mirada apenada, mientras comienza a rebuscar entre su ropa. Su habitación es del mismo tamaño que la mía, pero está decorada con carteles de bandas musicales y mucho color rosa. Rio al saber que el apodo que le di le va como anillo al dedo. También, para su suerte, no tiene que compartir el espacio con ninguna p**a gamer. Siento envidia de solo pensar lo agradable que debe ser su soledad.

—Estoy lista —dice, girando sobre sí misma para enseñarme su atuendo. Unos jeans ajustados con roturas en los muslos, una remera roja con letras en dorado que dicen “Sexy Girl” y unas zapatillas blancas; también se recogió el cabello en una coleta alta. 

—Despampanante —me sincero con una enorme sonrisa, realmente es muy hermosa.

—¿Crees que llamo mucho la atención?

—Creo que te esfuerzas demasiado para ir por unas pizzas al comedor.

—Aún no lo entiendes—suspira y niega con la cabeza—. Esto llevará más trabajo del que pensé —resignada abre la puerta—. Vamos, no hay que hacerlo esperar.

Mientras recorremos el corto corredor rumbo a la salida, la observo sin comprender por qué carajos está tan abatida, no creo haber dicho algo que pudiera ofenderla.

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