CAPITULO 8

Pasan los minutos y me siento ahogada, desesperada, como si estuviera en una habitación fría y sucia. Tomo mi bolsa saliendo de la empresa porque necesito aire fresco o moriré con mis pensamientos.

—Señorita la llevo alguna parte.

Franco me alcanza en el auto y niego con la cabeza, camino por la acera sin rumbo fijo, sin detenerme ya que percibo todo a mí alrededor como si estuviera en una jaula.

Me abrazo a mi misma con el frio que se cuela por mi piel, me hace doler los huesos y me siento en una de las bancas desocupadas mientras personas que visitan el parque se toman fotos o simplemente hablan, sonríen y juegan. Mientras que yo, me encantaría tener algo punzante para poder cortarme las venas.

—Señorita—Franco se sienta a mi lado, después de varios minutos, metida en el fango—como se siente.

—Muerta en vida—sonríe, es un hombre mayor.

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