Capítulo 7

- ¿Señora? ¿Se encuentra usted bien?

Meg se sbresaltó al escuchar el sonido seco de los nudillos golpeando la ventana de su furgoneta. Ella llevaba ya un buen rato detenida, y había señalizado su posición, ya que la furgoneta era blanca, y temía que no la vieran. Se asomó, y se alarmó al ver que se trataba dela policia.

- Si, si.- se apresuró a responder.- me encuentro perfectamente, ¿sabe cuándo podremos salir de la carretera?

- Precisamente por eso venía, quería informarla de que las máquinas quitanieves no circularán hasta mañana temprano, por lo que tendrán que pasar aquí la noche.

- Pero eso no puede ser… ¿cómo voy a pasar aquí la noche? Necesito llegar a mi casa.

- ¿Está usted enferma o necesita medicación urgente?

- No, no es eso, es que tengo un niño pequeño.

- ¿Está el niño solo? ¿Corre peligro?

- No, está con mi vecina, pero le he prometido que llegaría antes del anochecer, y cenaríamos pizza.

- Lo siento de veras, señora, pero ahora mismo no podemos hacer nada por usted, estamos evacuando a varias personas que se encuentran en situaciones graves, y a pesar de que comprendo su inquietud, no podemos llevarla. De hecho, estaba a punto de preguntarle si puede hacerse cargo de otro de los pasajeros que se han quedado atrapados por la nieve, ya que se encuentra solo, y ha sufrido un leve accidente.

- ¡Oh, Dios mío! ¿Está herido?

- No, se ha caído al salir de su vehículo, pero no podemos evacuarlo, pues actualmente estamos llevándonos a varias personas que se encuentran en grave riesgo de hipotermia, o que necesitan medicación de forma urgente, y aunque él es joven, se encuentra magullado, y preferiríamos que pasara la noche acompañando. ¿Le importaría a usted darle alojamiento durante unas horas hasta que pueda reanudarse el tráfico con normalidad?

- No, por favor, pídale que venga, yo le habilitaré un espacio aqui, esta furgoneta es grande, y podemos pasar la noche ambos.

- Le agradecemos mucho su buena disposición, y le deseamos una buena noche, mañana a primera hora vendrá un vehículo de rescate y los sacará de aquí, no se preocupe.

Mientras esperaba la llegada del hombre que la policía le había pedido que acogiera, llamó a casa de su vecina Emma, y le explicó la situación, ella se mostró muy comprensiva, y le pidió que no dudara en llamarla si tenía algún otro problema; pero el pobre Ben, comenzó a llorar al otro lado del auricular, y se negó a pronunciar palabra a pesar de que Meg le prometió que pasarían todo el día siguiente juntos; así que al final, cuando sintió el golpeteo de unos nudillos en la puerta de su furgoneta, tuvo que finalizar la llamada, quedándose con mal sabor de boca por el enfado de su hijo.

Abrió la puerta, y el frío polar del exterior, dio paso a un hombre completamente embozado, que una vez en el interior de la furgoneta comenzó a quitarse capas. Lo hizo de espaldas a ella, intentado no ensuciar mucho el entorno que sería su casa en las próximas horas, y Meg no pudo, sino observar que el hombre tenía una espalda ancha, y unas caderas estrechas que provocaban calor en su interior. Se fijó en que iba vestido con un traje elegante,y en como la chaqueta se pegaba a sus anchos hombros, y a sus brazos musculosos, que se tensaron en el momento en que el hombre forcejeó con los guantes que se le habían quedado adheridos a la piel.

Luego se giró, con la intención de presentarse, pero sus palabras murieron en su boca, y fueron sustituidas por una expresión de asombro.

- ¡Eres tú!.- dijo.- No puedo creerme que vuelva a verte tantos años después…

La charla de Levy siguió, pero la sangre había abandonado el rostro de Meg, que se veía incapaz de pensar, pues allí, en su furgoneta, se encontraba Levy, el padre de su hijo Ben, el hombre que nunca quiso convertirse en padre, y que la evadió cuando ella trató de localizarlo.

- ¿Levy?-consiguió decir.

- Si, claro, soy yo, ha pasado tanto tiempo, ¿cuánto hace que nos conocimos?

- Cinco años.- respondió Meg en un tono seco e impersonal.

- Cinco años… parece que haya sido una vida entera…

- Ya lo creo.- le respondió Meg, pensando en su pequeño Ben, y en como su vida se había visto completamente transformada después de una sola noche juntos.

- Meg, ¿estás enfadada?

Pero Meg no estaba enfadada, solamente perdida en un mar de recuerdos que de repente se le hacían insoportables, y que la inundaron, sin darle tregua.

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