CAPÍTULO 4

Katsumi se alejó de inmediato y empezó a recoger lo que estaba tirado en el piso. Limpió y ordenó todo el lugar mientras el señor Mykolaiv reposaba con los ojos cerrados.

—Estaré en el despacho estudiando su historial médico

—¿y eso debería importarme porque..?

Katsumi achicó la mirada, no comprendía como podía ser tan grosero después de lo amable que ella había sido con él. Cerró los ojos un momento, como si tratara de recuperar la compostura antes de hablar

—Solo se lo decía por si necesitaba algo —dijo con voz trémula y salió de la habitación.

A Katsumi le hervía la sangre, estaba enojada y a la vez, frustrada, quería que el señor Mykolaiv la tratara diferente. Su trabajo era una maravilla, excepto por la insolencia de su jefe. Cogió el móvil y le escribió a Yoshi.

 KATSUMI_9:30 AM

¿Siempre es así de cretino? 

YOSHI_9:34 AM

¿Quién?

KATSUMI_9:34 AM

¿Quién más? Tú jefe

YOSHI_9:39 AM

Es un tanto especial. Pero te acostumbrarás

KATSUMI_9:34 AM

No quiero acostumbrarme a que me trata mal. Quisiera que dejara de tratarme mal.

YOSHI_9:39 AM

Lo siento amor, tengo que conducir. ¿Hablamos en el almuerzo?

KATSUMI_9:34 AM

OK.

Katsumi dejó su móvil a un lado y leyó todo el historial médico del señor Myjkolaiv. La lesión que lo aquejaba era una simpleza, ni siquiera era necesaria esa silla, con unas muletas estaría más que bien. No comprendía como algo así podía desestabilizarlo tanto. Aunque le parecía un cretino no podía evitar sentirse preocupada por él. Después de escribir una muy breve lista de lo que necesitaría para la terapia del día siguiente, Katsuni se dirigió a la habitación del señor Mykolaiv. Llamó a la puerta, no recibió respuesta, pero igual entró.

El señor Mykolaiv seguía en el mismo sitio donde lo había dejado, se había quedado dormido, o al menos eso parecía.

—Señor Mykolaiv ¿necesita que lo ayude a recostarse en la cama?

—Se supone que te llamaría si necesitaba algo

—Si—respondió Katsumi sin comprender su sarcasmo

— ¿Acaso te he llamado? —Katsumi respiró profundo

—Imaginé que no me llamaría aunque me necesitara. Así que…aquí estoy

—Está bien, por favor llévame a la cama —Katsumi sintió doble sentido en sus palabras, pero lo ignoró.

—Hace frío, lo vestiré—dijo Katsumi una vez que hubo acostado al señor Mykolaiv.

Por unos segundos admiró el cuerpo de su jefe tendido sobre las sábanas grises. Era un hombre fornido, su abdomen estaba perfectamente torneado y la minúscula prenda que tenía puesta apenas le cubría. Sintió un calor abrumador entre sus piernas y se dio media vuelta muy rápido consiente de que debía alejar la mirada de aquel hombre que le empezaba a parecer tan deseable

Rebuscó en una cómoda y encontró y unas pantalonetas largas y una camiseta de algodón.

—Le dije que viniera vestida como si fuera a cualquier otro sitio

—Sí, eso hice —Mykolaiv soltó una carcajada

—¿Así se viste a diario?

Katsumi repuso en su ropa: Una falda de estampado floral que le cubría poco más arriba de las rodillas, medias marrones  y un jesey verde limón, manga corta, con una textura de pelitos. Debajo de este llevaba una blusa blanca cuyo cuello estilo Peter pan sobresalía. Al igual que con el uniforme de enfermera, no comprendía que tenía de malo su ropa, a ella le encantaba.

—Sí, así me visto a diario —contestó Katsumi con sequedad y le calzó la camiseta con movimientos bruscos.

—¿Sabía que me puedo poner la camiseta yo solo?

Cada palabra y gesto de Adrick Mykolaiv hacían sentir a Katsumi incomoda y avergonzada. Le tendió el pantalón para que el mismo se lo pusiera

»Con esa parte si necesitaré de su ayuda.

Las mejillas de Katsumi se enrojecieron mientras le calzaba el pantalón al señor Mykolaiv. Cuando hizo sus prácticas había tenido que bañar y vestir a muchos pacientes, pero ninguno había tenido en ella el efecto que tenía Adrick Mykolaiv. Su corazón latía con demasiada fuerza, esperaba que la revolución que ocurría en su cuerpo no fuera evidente más que para ella. Mientras subía la prenda de algodón por las piernas de Mykolaiv, reparó en el bulto que se marcaba en sus calzoncillos, sus mejillas se enrojecieron mucho más, apartó la mirada de inmediato. En ese momento escuchó hablar a una mujer al mismo tiempo que la puerta de la habitación se abría de par en par.

—¡Maldición, Adrick! ¡Podrías haberme avisado que estarías con una de tus amiguitas! ¿Así pretendes que traiga a Anya?

Adrick Mykolaiv enarcó una ceja y miró con evidente desprecio a la mujer que entró a la habitación. Se masajeó el tabique con los dedos índice y pulgar.

—¡Carlotta! Es un gusto, como siempre. Te presento a Katsumi; mi enfermera.

La mujer no se molestó en ver a Katsumi, su mirada estaba clavada de una forma amenazante en el señor Mykolaiv. Kasumi terminó de ponerle el pantalón a su jefe y se puso de pie.

—Con permiso —dijo con esa timidez que la caracterizaba.

Posó su vista sobre la iracunda mujer y notó que parecía una modelo de revista, su piel era tersa, del color de la canela, sin desiguales en el tono, sin imperfecciones. Sus ojos eran grandes con una sensual forma almendrada y de un color pardo que resaltaba aún más, gracias a sus tupidas pestañas. Una melena de cobre brillante enmarcaba su rostro ovalado. Era más alta que Katsumi por unos cuantos centímetros. Su cuerpo tenía unas proporciones que eran imposibles en una mujer real. Iba vestida de negro, no era un estilo que ha Katsumi le encantara, pero le daba un aire de elegancia que le pareció hermoso. Llevaba accesorios dorados en el cuello y las muñecas.

Para Katsumi era imposible estar en la misma habitación que esta mujer  sin sentirse opacada. Sintió su autoestima y confianza escurrirse por el suelo y evaporarse en un instante.  

—¡No! ¡Quédate! —dijo el señor Mykolaiv y Katsumi reparó enseguida en el tono de sus palabras, no fue una orden, fue una súplica.

—¿Enserio? ¿Ahora hablaremos de nuestros asuntos privados delante de la servidumbre?

—Katsumi no es servidumbre Carlotta. De hecho, la licenciada Katsumi es una reconocida profesional. Tú desearía haber tenido la inteligencia suficiente para terminar una carrera. Pero tus capacidades solo alcanzaron para operarte el trasero y cazar a un hombre adinerado que cayera en tus encantos y poder sacarle el maldito dinero —él señor Mykolaiv empezó hablando en un tono calmado y terminó gritando como loco. Katsumi abrió los ojos como platos.

—¡Vete a la m****a Adrick! Si así quieres que sean las cosas, así serán. Me iré con Anya ahora mismo y no nos volverás a ver.

—¿Anya está aquí? —El rostro del señor Mykolaiv se iluminó al instante —lo siento Carlotta, no quise hablarte así —Katsumi no podía creer que el señor Mykolaiv fuera capaz de pedir disculpas. Hacía tan solo un instante había humillado a esa mujer llamada Carlotta y ahora daba la impresión de estar a punto de arrodillarse ante ella.

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