CAPÍTULO 1

CAPÍTULO 1

Volví a casa casi 6 horas después, cuando parecía que mis lágrimas se habían secado del todo, ya no podía echar ni una sola lágrima más, me quité el vestido y lo metí en la lavadora, para luego ponerme a recoger aquel desastre.

Metía todas las cosas de la boda en cajas, nuestras fotos, su ropa, nuestros sueños, nuestros viajes, nuestra … acababa de percatarme de algo, el sobre con los billetes que habíamos comprado para Marrakech aún estaban allí, sobre la mesa, justo donde los había puesto la noche anterior.

Miré hacia la puerta, pues Bárbara acababa de entrar por ella, la ignoré, mientras continuaba guardando cosas en cajas, al mismo tiempo que ella llegaba hasta mí.

  • Se marchó esta mañana – comenzó, dolida y arrepentida de traerme malas noticias – pensé que estaba haciendo la maleta para el viaje de luna de miel, pero … - proseguía – … me pareció raro que se llevase los billetes para Marrakech, ya que habíais quedado en pasaros por aquí antes de …

  • Los billetes están … - comencé mientras agarraba el sobre de la agencia de viajes y lo abría, descubriéndolo vacío, alguien se había llevado los billetes - … ¿dónde están los billetes?

  • Se los ha llevado él, acabo de decírtelo – aseguró ella, mientras yo la miraba sin comprender.

  • Se ha ido con alguien más – comprendí, al darme cuenta de que se había llevado ambos billetes, y no sólo el que ponía su nombre – por eso no ha venido…

  • Yo no sé nada de eso – aseguró, pero por alguna razón no podía mirarme a la cara, así que una parte de mí sabía que ella estaba mintiendo – pero tú también deberías escapar de aquí, como a echo él – aseguró ella.

  • ¿Cómo voy a escapar? – pregunté atónita – tengo que estar aquí para cuando reciba las llamadas, tengo que disculparme con todo el pueblo, tengo … - pero me callé tan pronto como entendí que era lo que me esperaba, sería el hazme reír de todo el pueblo, la gente me señalaría con el dedo, hablaría de mí a mis espaldas y todo sería un verdadero caos – tengo que irme – aseguré, dándome cuenta de que mi cuñada tenía razón, no podía quedarme – pero ¿a dónde?

  • Tenía comprado un billete para dentro de dos días a Tánger – aseguró, haciendo que recordase que era cierto, ella lo había comprado para ir a visitar a un amigo al que había conocido un par de años atrás.

  • ¿y tú? – pregunté, con el alma en un puño – llevas esperando para este viaje más de un año.

  • Tú lo necesitas más que yo – aseguró, mientras me abrazaba con fuerza y me daba leves golpecitos en la espalda, intentando calmar mi corazón, pero aún estaba demasiado en shock por todo lo que había pasado – yo puedo conseguir otro, aunque iré más tarde, no me va a dar tiempo a conseguir uno a buen precio para pasado mañana.

  • Gracias – le agradecí, mientras me abrazaba a ella, haciéndola sentir un poco menos miserable, pues como ya descubriría más tarde, tan sólo estaba siendo tan amable conmigo por esa razón, la culpa.

En cuanto mi cuñada se fue comencé a pensar en lo que había pasado, en la razón por la que Jairo me había dejado y se había marchado con otra, pues esa era la única razón por la que se habría llevado los dos boletos de avión, se había marchado con otra.

Y yo tenía que hacerlo también, tenía que marcharme de aquel pueblo, aunque lo hiciese sola, no podía dejar que la gente me hundiese con sus comentarios, y en Tarifa (Cádiz), donde vivía, eso sería casi imposible.

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