Mi padre me llamó esa semana, para indicarme que se quedaría en Granada tan pronto como entregase la mercancía, pues apenas había descansado durante el viaje.
Y esa misma mañana, cuando preparaba la maleta para mi viaje la policía llamó a mi teléfono.
- Tenemos indicios para pensar que Abdul Ali, el contrabandista más respetado de Tánger ha contactado con usted – comenzaba una mujer policía, mientras yo tragaba saliva, aterrorizada – ese tipo es peligroso, sabemos qué hará cualquier cosa para conseguir lo que se propone. Intenta colocar droga en nuestro país. Le rogamos que si el sujeto vuelve a ponerse en contacto con usted nos avise de inmediato.
Temí por mi vida y por la de mi padre en ese justo instante. Salí a la calle, y corr&i