Capitulo 3

Me despierto un poco desorientada, siento un dolor intenso en mi cuerpo, veo a mi alrededor y me puedo dar cuenta que estoy en un cuarto oscuro. Tengo las manos atadas al frente, trato de moverme, pero es inútil. Mis pies están atados con una pequeña cadena a un tubo, la figura de mi tía aparece con un látigo en la mano. Esta habitación la reconozco, siempre me trae al sótano, acá me trae ella cuando mi conducta no es la correcta y me deja sin comer. Solo donde estoy en un delgado y desgastado colchón ya oscuro con una taza al frente donde coloca un poco de agua o comida. Siempre me coloca las cadenas para que no escape, y siempre escucho los sonidos que hacen los ratones, el sonido de la gota de agua que cae de las tuberías.

Puedo observar algunas parte de mi cuerpo, solamente lo cubre una panty, del resto estoy completamente desnuda. Tengo tanta sed, ella se acerca lentamente y me cubre la boca con un trapo para que no hable, sus ojos solamente demuestran odio, un odio que nunca entendí y no entenderé. Solamente escucho su risa cuando camina para colocarse detrás de mí, trato de pensar en que está pasando pero no puedo, siento el ardor del cuero pegado a mi piel, no pasa mucho cuando me da otro latigazo. El sonido de ese látigo negro de piel suena en todo el sótano, las lágrimas comenzaron a salir, uno tras otro y el sonido rebota en la paredes haciendo eco. Es un ardor insoportable, siento como un líquido caliente brota de mí, me imagino que es sangre, el ardor y el dolor sigue allí presente.

Veo algo distorsionado.. a un chico que tiene en la mano un frasco con un líquido blanco el cual ella toma para colocarse frente a mí.

—¿Sabes qué es esto querida?— Sonrie— Es un poco de alcohol para limpiar tus hermosas heridas— Niego con la cabeza entre lágrimas— Debiste pensar en eso antes de querer escapar— Dice para segundo después sentir que me quemaba viva. Sentí cuando vertió el líquido en mi espalda, con la heridas abierta, el ardor y el dolor eran insoportables, no puedo soportar tanto dolor y simplemente todo se volvió negro.

—Mami tengo miedo— Dice una niña sentada en su cama.

—No tengas miedo vale, siempre estaré contigo.

—No me gusta la oscuridad.

—Todo estará bien hija, te dejaré la luz encendida, recuerda que en cada oscuridad siempre habrá una luz que te ilumine.

Veo esa imagen de lejos, trato de acercarme a mi mamá, pero todo se comienza a desvanecer y volver al mundo real. Veo que sigo en el sótano, pero esta vez sin las manos atadas. Veo mi cuerpo y está vendado, no se cuanto tiempo tenga acá o sin comer solo veo en una esquina una taza con agua. Recuerdo que era la taza de los gatos de mi tía y lo acercó a mí para tomar agua, siento que abren la puerta y la veo bajar con un plato en la mano, se acerca a mí y su mirada sigue llena de odio, vierte lo que tiene en el plato al suelo frente de mi, tomo un poco y como, la verdad la debilidad de mi cuerpo, hace que casi no pueda moverme.

—Come cariño, cómo lo que eres, como una perra— Es lo único que dice antes de marcharse.

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