Capítulo 3

Unos minutos después, mirándose frente a frente, desnudos sobre una cama de paso, una noche más, Thiago y Elena vuelven a entregarse a deseo incontrolable deseo que no quieren admitir sea un verdadero amor. Cada encuentro es único e imborrable en sus memorias, pero aun así dejan que el otro crea que solo es un momento irrelevante.

—Lo nuestro solo es sexo y trabajo. Nada más —Susurra Thiago mirándola fijamente a los ojos mientras se sumerge dentro de su ser, sintiendo que el corazón está por explotar en su pecho. Fingir indiferencia en la intimidad es casi imposible. En verdad la desea con locura.

—Jamás amaría a alguien como tú. —Dice ella entre gemidos de placer —Eres tan poca cosa, eres la bestia en este cuento de hadas.

Sin duda ella no se ha dado cuenta de que en ese cuento la bestia se queda con bella” piensa Thiago mordiendo su labio inferior con deseo.

—Tampoco quiero cruzar esa línea contigo, eres mimada y desesperante. Supongo que encajas perfectamente con el idiota que tienes por novio.

— ¡Oh por dios! —emite un ligero gemido— te encanta mencionarlo porque sabes que eso me hace enojar y desearte más— Le clava las uñas mientras se aferra a su espalda sudorosa, sintiendo esas embestidas profundas que la transportaban al cielo.

Los mejores momentos son cuando está con ella, perdiéndose en sus ojos verdes mientras navega por ese océano prohibido de su mirada, cuando se embriaga en ese aroma dulce de su piel y saborea cada centímetro de su cuerpo como si fuese la primera vez. Ha empezado a necesitarla, su corazón se pierde cuando la piensa y aunque ha acariciado el sueño de algún día estar con ella, no cree poder merecerla. Pero si, lo suficientemente malo como para volverla adicta a él y torturarla por siempre fingiendo ser indiferente a su deseo que la hace explotar de placer. Quizás el pensar que el estúpido de Nicolás se casará con ella sin amarla para volverla un su nuevo trofeo, hace que los movimientos de sus estocadas sean más violentos llevándola al éxtasis infinito del deleite orgásmico.

“No importa lo que hagas después, querido hermano. Elena siempre será mía” se dice mientras se embriaga con esos gemidos placenteros que le enchinan la piel.

Entre sudor, gemidos y arañazos el encuentro casual llega a su fin, con un exquisito orgasmo mutuo.

Segundos después se alejan el uno del otro como si ardieran en el infierno, se ponen de pie indiferentes callando ese deseando de seguir abrazados y sentir un nuevo beso de amor. Pero se visten a prisa, despidiéndose con un frío “Seguiremos en contacto”

Elena abandona la habitación primero, dejando un pequeño suspiro y una ligera sonrisa marcada en su rostro indiferente mientras acomoda sus cabellos ondulados color miel. Saca el teléfono y marca para llamar un taxi disponible. Ya es casi media noche y debe bajar las escaleras hasta el bullicio del club y tomar un taxi hasta su acogedora mansión.

Entre tanto, Thiago sigue frente al espejo, acariciando las imágenes aun vivas de aquel dulce encuentro.

Minutos después, baja para tomar una copa más, sus socios aún permanecen en la mesa, pero ya están muy ebrios y acompañados con algunas chicas del club.

“¡lástima!” Se dice, después de su gatita, no quiere más compañía por el resto dela noche.

Sale del club y se dirige a su convertible negro, se sube y maneja a casa, ya para ese momento, la familia debe estar dormida. Sube las escaleras hasta su habitación en un profundo silencio. Dormir no será nada fácil, el amor y la frustración que siente lo abruman hasta el insomnio. Pero, tras un par de vueltas en la cama, logra cerrar los ojos.

El amanecer llega y él sigue profundamente dormido, el reloj marca las nueve y de pronto la insistencia de una llamada entrante lo hace salir de ese placentero momento.

Medio dormido estira la mano y toma el teléfono de la mesa de noche. Apenas lleva el teléfono a su oreja y escucha el mensaje.

“Te esperamos al medio día en el lugar de siempre. Ya tenemos planeado el recorrido para la siguiente semana. Debemos poner fin a este asunto. Date un baño y abandona la cama, te necesito lucido ¡Entendiste!”

Deja el teléfono en su lugar y tras un respiro profundo se despega de la cama, se dirige al baño para tomar una ducha fría. Es un día difícil y a pesar de estarse preparando para ello, tiene miedo, no quiere ensuciarse las manos, pero tampoco quiere seguir siendo el hombre débil del equipo.

Al salir del baño con la toalla enrollada en su cintura, ve a Patricia hacer la cama.

—Buenos días. —Dice secándose el cabello y caminar hasta la puerta para cerrarla.

—Buenos días, joven —Contesta ella deteniéndose y mirando de reojo ese cuerpo que le quita el aliento. —Su padre… me pidió que le dijera que… pase a su des-pacho antes de salir de casa —Expresa entrecortada la pobre chica, sintiendo los brazos de Thiago envolverla por la cintura, estremeciendo, percibe esos tentadores cálidos labios sobre su nuca.

—Gracias, iré en cuanto desayune. —Deja un par beso húmedo sobre su nuca y la gira para besarla.

Patricia corresponde a sus besos y se deja llevar por esa pasión inexplicable que le provoca, se deja caer sobre la cama, mientras las manos fuertes de Thiago se deslizan por sus piernas enchinándole la piel.

A veces el amor no es justo, a quien amas no te ama y solo te queda conformarte con las migajas que quiere entregarte para alegrar tu corazón.

Ella se ha enamorado y ha caído en la tentación de lo prohibido, ha saboreado el mayor de los placeres entre sus brazos y ha dejado que las garras de un lobo hambriento como Thiago la marquen como suya. Sin embargo, sabe que tiene que callar sus sentimientos frente a todos, que no puede mostrarla en sociedad y que si sigue por ese mismo sendero terminará atrapada en la desesperación de un amor sin futuro.

No puede seguir creyendo las promesas de amor tan vacías, no puede seguir siendo el pasatiempo, el bocadillo de media tarde o el desayuno de algunos días después de una juerga.

—¡Por favor! —pide, reaccionando a sus bajos deseos — ¡No! Esta vez no. —trata de apartarlo. Le duele tanto hacer eso, pero ya no puede seguir siendo la alfombra donde se pasea cuando quiere.

— ¿Qué? —se aparta Thiago molesto—¿Estás rechazándome?

—Ya estoy cansada de ser el plato de segunda mesa.

Thiago se sonríe y levanta indignado viendo como vuelve a acomodarse la blusa.

— ¡Ay, patricia! —Acaricia su mentón. — ¿Cuándo te dije que podrías ser algo más?

Ella no dice nada, solo deja correr sus lágrimas, abotonando su blusa con manos temblorosas.

— ¡vete! —Camina hasta la puerta y la abre invitándola a marcharse —No quiero volver a verte otra vez en mi habitación. ¡Es más! Si vuelves a cruzarte en mi camino una vez más, te echaré a la calle.

Con las mejillas humedecidas abandona la recámara. Thiago cierra la puerta echando chispas, lleva sus manos a la cabeza y grita de rabia unos segundos por haber sido rechazado, más, luego se da cuenta de que fue muy cruel.

¿En qué pensaba cuando la trato de esa manera? Se estaba volviendo el villano que Eugenio quería, no puede dejarse llevar por sus impulsos y volverse su experimento. Si quiere hacer la diferencia, debe demostrarle lo contrario.

Se viste a prisa y baja a la cocina minutos después, Patricia se encontraba picando unas papas, sentada a la mesa donde están también Fermín y Teresa. Al verlo aparecer por la puerta, la pobre chica no sabe dónde meterse. Ya toda la servidumbre sabe del romance prohibido entre ambos, aunque fingen no saber nada por la estabilidad de sus puestos en la casa.

—Podrían dejarme a solas con Patricia unos segundos —Les pide.

Teresa y Fermín obedecen de inmediato la cocina. Segundos después que se marchan, él se acerca.

—Quiero que me disculpes por lo que te dije, estas en todo tu derecho de decidir lo que mejor te conviene. A partir de ahora lo nuestro termina, no puedo ofrecerte lo que quieres, porque mi corazón ya tiene a quien amar. Lamento haberme metido en tu vida de esta manera y lamento aún más las palabras crueles que salieron de mi boca.

—No es del todo culpable, señor, no tiene que disculparse por mi debilidad —dice ella mirándolo fijamente.

—Solo quiero aclarar que no voy a despedirte. Todo seguirá siendo como antes de haber cruzado la línea de lo prohibido. Lo que pasó entre los dos, queda enterrado.

No dice más y sale de la cocina para dirigirse ahora al despacho de su padre. Que como antes de cada viaje, quiere recordarle las tareas pendientes, reuniones y eventos programados de la marcha M&B.

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