Khloe
No… Esto no puede estar pasándome otra vez. No, no, por favor… esto no puede estar pasando.
—¡Maldita sea…! —golpeo el volante una, dos, tres veces, mientras mis manos tiemblan descontroladas.
¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué? Me seco a toda prisa una lágrima rebelde que resbala por mi mejilla, quemándome la piel.
De pronto, Jorge aparece y se sube a mi auto. Creí que ya se había marchado.
—Vaya, no lo puedo creer… ¿Estás llorando? —su voz rezuma burla—. En el funeral de Julien ni siquiera derramaste una sola lágrima.
Me ofrece un cigarro. No quiero tomarlo; llevo días sin fumar, intentando mantenerme firme.
—¿Qué demonios quieres? —musito, tratando de que las palabras no se quiebren en mi garganta.
—Destruirte la vida —responde con una calma que me hiela la sangre. El nudo que siento crece, hasta asfixiarme.
—Esa ya la tengo hecha pedazos —susurro.
—No me digas que te has enamorado de un hombre rico… —suelta una risa seca—. Eres tan estúpida. ¿De verdad crees que un tipo co