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Lianett Vitto se casó por una petición de su padre en el lecho de su muerte. Él, en su último aliento, le pidió al hombre en el que más confiaba que cuidara de su hija y la protegiera con su vida. Barak Poretti, un hombre frío y sin sentimientos, acepta la petición por respeto y para que el hombre se fuera en paz. Ella lo amaba con locura, pero justo cuando se da cuenta de que estaba embarazada del amor de su vida, este le pide el divorcio por pensar que ella le fue infiel y la traición es algo que la mafia no perdona. Pero todo era un error y para cuándo Barak se dio cuenta de todo ya era demasiado tarde. Ella se había escapado con su bebé en su vientre. Seis años más tarde la encuentra tan hermosa como siempre y no duda en llevársela, pero en ese momento ni ella ni sus trillizos lo quieren. ¿Cómo logrará ganarse el corazón roto de su esposa y el de sus terremotos?

La serpiente negra nos pidió, a mi hermana y a mí, que una de nosotras se embarazara de él. Sin dudarlo, mi hermana me empujó hacia él. No esperaba que, tras mi trágica muerte y resurrección, ella misma se arrojaría a los brazos de la Serpiente Negra buscando su favor. Ver de nuevo esa aterradora imagen que tanto me atormentaba, me hizo estremecer. Solo quería huir, pero mi hermana me tenía asida por la barbilla y me dijo: —¡También resucitaste! ¡No te dejaré en paz!

El día que fuimos a registrar nuestro matrimonio, mi novio Salvador me expulsó de la oficina del registro civil y entró con su amiga de la infancia. Me miró con indiferencia: —El bebé de Rosa necesita registrar su nacimiento. Cuando nos divorciemos, te desposaré. Todos creyeron que yo, tan devota, esperaría obedientemente otro mes. Al fin y al cabo, ya lo había esperado siete años. Pero esa misma noche, acepté el matrimonio arreglado por mi familia y me fui al extranjero. Desaparecí de su mundo. Tres años después, acompañé a mi marido a regresar a China para honrar a sus ancestros. Él tuvo un imprevisto y pidió a la sucursal local que enviara a alguien a recogerme. Nunca imaginé que encontraría a Salvador, a quien no veía desde hacía tres años. —Ya has protestado bastante. Vuelve... —dijo—. El hijo de Rosa entrará al jardín infantil. Deberás llevarlo y traerlo.

Yo soy el Omega más insignificante de la manada, pero terminé siendo el compañero destinado de Beck, el Alfa. Por mi estatus tan bajo, en todos los eventos donde debíamos aparecer juntos, él jamás me permitió asistir.Organicé para él dieciocho celebraciones grandiosas, pero ni siquiera en nuestro aniversario me dejó presentarme. Hasta que en la décima novena ocasión, Beck, sorprendentemente, aceptó que yo fuera. Estaba emocionado, me arreglé con toda ilusión… solo para encontrar a Beck tomado de la mano de Wendy, otra Omega. Ellos, muy cariñosos, reemplazaron el video de recuerdos que preparé con escenas dulces de los dos juntos. Beck, abrazando a Wendy y mirándome con desprecio, me dijo: —Mi Luna necesita el reconocimiento de todos en la manada. Y tú, Clara, nunca tuviste un lugar oficial como Luna. Wendy lo consiguió antes que tú. Desde hoy, ella ocupará tu lugar. Todos los miembros de la manada esperaban que yo perdiera la cabeza, que hiciera un escándalo… Pero en lugar de eso, sentí una extraña paz, casi un alivio. Porque faltaban solo tres días para que el contrato de compañero entre Beck y yo llegara a su fin.

Natalia siempre soñó con casarse y tener una amplia y hermosa familia. La vida pareció cumplirle uno de sus deseos cuando quedó embarazada de trillizos; sin embargo, la tan anhelada propuesta de matrimonio nunca llegó a sus oídos. Los años transcurrieron y Natalia pareció aceptar este estilo de vida.  ¿Qué podría cambiar un simple anillo? «Tenía a Roberto y a sus tres hijos. Con ellos lo tenía todo», pensó convencida. Sin embargo, realmente nada era lo que creía. Es decir, Roberto vivía constantemente viajando y su ausencia era lo que la acompañaba la mayoría del tiempo.  Supo entonces que debía ser fuerte por sus pequeños hasta que todo se derrumbó ante sus ojos, sumergiéndola en el más grande de los sufrimientos.   Natalia tuvo que comprobar con sus propios ojos cómo el hombre que amaba se casaba con otra.  En ese justo momento supo que siempre había sido un secreto en la vida de Roberto, supo que se avergonzaba de ella, que realmente no amaba a los niños y que la había rebajado a ser la otra.  Entonces se juró que no permitiría que otro hombre la tratara de esa forma. Y no permitiría que nadie más la humillara jamás, aunque, la vida parecía, tenía otros planes y nuevamente se encontraba frente a frente con un destino inesperado. ¿Pero qué podía hacer si la propuesta de aquel extraño sonaba tan bien? Y así Natalia terminó casándose por venganza con un hombre que no amaba, pero que, aparentemente, había llegado para sacudir su mundo y no en el buen sentido...

El médico fue claro: sin el tratamiento experimental más avanzado, solo me quedarían setenta y dos horas de vida. Pero mi esposo, Carlos Duque, entregó a Viviana Mendoza la única plaza disponible para el tratamiento. —Su insuficiencia renal está muy avanzada. —Me explicó. Asentí y me tragué esas pastillas que solo acelerarían mi muerte. En el tiempo que me restaba, hice muchas cosas. Durante la firma, el abogado no podía controlar el temblor de sus manos. —Doscientos millones de dólares en acciones... ¿está segura de que quiere transferir todo? —Sí, todo para Viviana Mendoza —confirmé. Mi hija, Camila, reía dichosa en los brazos de ella. —¡Mami Viviana me compró un vestido precioso! —Te queda hermoso, cariño. Ahora tienes que hacerme caso solo a mí —le dijo. Esa galería que había construido con mis esfuerzos lucía el nombre de Viviana en la entrada. —Mariana, tienes un corazón de oro —me decía entre lágrimas. —Sé que la vas a manejar mucho mejor que yo —le respondí. Hasta, incluso, renuncié al fondo fiduciario de mis padres firmando los papeles. Carlos mostró una sonrisa genuina que no le había visto en años. —Has cambiado tanto. Ya no eres tan confrontativa. Te ves bella así. Exacto, ya en mi lecho de muerte me había convertido en la «Mariana perfecta» que ellos siempre quisieron: la Mariana, obediente, desprendida, que ya no peleaba por nada. Igual, la cuenta regresiva de setenta y dos horas estaba en marcha. Me daba curiosidad saber qué iban a recordar de mí cuando mi corazón dejara de latir. ¿A esa esposa ejemplar que «aprendió a ceder», o a una mujer que utilizó su muerte para ejecutar su venganza maestra?

Beatriz Silva passou dois anos casada com Gabriel Pereira. Durante esse tempo, foi muito mais babá e empregada do que esposa, sempre dedicada, humilde, colocando-se atrás dele, apagando sua própria luz. Dois anos assim… Consumiram até a última gota do amor que ela sentia por ele. Quando a ex-namorada dele voltou do exterior, Beatriz finalmente entendeu, o casamento deles só existia no papel. E chegara a hora de colocar um ponto final. — Gabriel… Sem o filtro do amor, sem nenhuma ilusão… Você acha que eu ainda perderia meu tempo te olhando duas vezes? Gabriel assinou os papéis do divórcio com uma confiança quase arrogante. Ele tinha certeza absoluta de que Beatriz o amava tanto, de forma tão profunda, que não conseguiria ir embora de verdade. Achava que, mais cedo ou mais tarde, ela voltaria… Chorando, arrependida, pedindo para recomeçar. Mas, para o seu espanto… Dessa vez, ela realmente parecia não o amar mais. E então, devagar, como peças de um quebra-cabeça que ele nunca quis montar, as verdades do passado começaram a aparecer. Gabriel percebeu que, na verdade… Quem havia julgado tudo errado esse tempo todo era ele. Desesperado, arrependeu-se. Implorou perdão. Tentou reconquistá-la. Mas Beatriz, cansada, exausta de tudo o que viveu, tomou uma decisão surpreendente: publicou nas redes sociais que estava à procura de um marido agregado. Gabriel enlouqueceu de ciúmes. Perdeu o controle. Quis voltar no tempo, queria mais do que tudo ter uma segunda chance... Só que agora… Ele descobriu que nem sequer era digno de entrar na disputa.

Depois de três anos de namoro e quatro anos de casamento, somando sete anos de relacionamento, Sandro Marques acabou se deixando levar pelas mentiras da amante e, cegamente, levou Isabela Lopes ao tribunal. — Você admite sua culpa? — Perguntou ele, frio e impassível. Ao ouvir essas palavras, Isabela sentiu seu coração se despedaçar. No entanto, com determinação, ela provou sua inocência diante dos juízes e, ao desmascarar a verdadeira face da amante, foi libertada sem nenhuma acusação. Naquele instante, com a alma pesada, ela se virou para ele e disse: — Sandro, vamos nos divorciar. — Isabela, não se arrependa! — Ele respondeu, certo de que ela voltaria, achando que tudo não passava de um desabafo temporário. Algum tempo depois, ao encontrá-la por acaso, ele perguntou: — Veio me procurar para reatarmos? — Ah, claro. Só pode estar delirando, Sandro. Melhor dar uma passada no hospital, quem sabe até no psiquiatra. — Respondeu ela, sem piedade. Nas vezes em que brigavam, ela sempre voltava depois que a raiva passava, mas dessa vez ele esperou... E esperou por muito mais tempo do que imaginava. Quando ela finalmente reapareceu, já era uma advogada de renome, ao nível dele, e enfrentou ele de igual para igual em uma audiência. Sandro percebeu que ela havia mudado, que não era mais dele, e então o desespero tomou ele. — Isa, eu ainda te amo, por favor, volte para mim! — Ele implorou. Isabela, agora segura e inabalável, respondeu com firmeza: — Eu mudei para ser melhor, Sandro, mas não foi por você. E completou, passando por ele com uma postura confiante: — Saia da minha frente, Sr. Sandro. Não bloqueie meu caminho até o lugar onde mereço estar.

(Autora Brasileira) Após ser traída pelo ex-noivo, Larissa decide desistir do amor e se concentrar em ajudar seu pai com a empresa da família. Para cumprir uma promessa e resolver as finanças da empresa, ela se vê casando com Alessandro, um homem que ela mal conhece, mas que tem uma posição poderosa e influente. O casamento, inicialmente pragmático e sem emoções, acaba revelando uma nova faceta de Alessandro, e, aos poucos, Larissa se vê se apaixonando por ele, descobrindo um amor inesperado ao lado dele. No entanto, a estabilidade de sua vida vira de cabeça para baixo quando um antigo amor de Alessandro retorna, abalando a confiança entre eles. Desesperada e insegura, Larissa se vê rejeitada por Alessandro, que, tomado pela lealdade ao passado, pede o divórcio. A dor de perder o homem que passou a amar é devastadora. Apesar da tristeza, ela aceita a separação, compreendendo que, às vezes, o destino exige que o amor, mesmo verdadeiro, seja deixado para trás. Mas Alessandro talvez perceba tarde demais que ele escolheu a mulher errada. _____ 📚✨ Saga Entrelaços ✨📚 A ordem oficial dos livros que serão postados aqui no Buenovela seguidos. 1️⃣ Aliança Provisória 2️⃣ No Ritmo do Teu Silêncio 3️⃣ História na visão do Rafael 4️⃣ História na visão da Catherine Cada livro se conecta, mas todos podem ser lidos separadamente. 💖 Fiquem ligados, porque essa saga vai mexer com o coração de vocês! 💕

Don Antony já está cansado de se negar ao casamento. Porém, já assumiu o lugar de Don Pablo, o seu pai, e precisa escolher uma virgem para a sua cerimônia. Ele sofre com transtorno bipolar, e às vezes até assume outra personalidade. Se sentindo pressionado pelo conselho e também a famiglia, ele escolhe uma esposa longe de todas as expectativas da máfia italiana, aquela que carregava a reciclagem da sua residência todas as sextas-feiras. Fabiana é uma catadora de recicláveis, que foi enganada pelo tio a ir morar com ele em Roma. Ele a deixou sem contato com a família no Brasil, a obriga a trabalhar muito e até agride a jovem. Pensando que não poderia piorar, ela é vendida para Don Antony pelo tio, e no dia seguinte começa a se apaixonar pelo vizinho jardineiro que é doce e romântico, completamente diferente do homem possessivo e egoísta que a comprou. Ela tenta fugir da sua realidade se jogando nos braços do belo vizinho, mas ao fazer isso, descobre que o jardineiro e o homem que foi vendida tem muito mais em comum do que ela imaginava... “Quem é você? Não era apenas um jardineiro?“ — Questionou. “Posso ser o que você quiser, ragazza!“