El Arrepentimiento Del Alfa Tras Elegir A Su Cuñada
Habían pasado cinco años desde que mi pareja, Esteban Blackwood, me había marcado en secreto, tras lo cual, su hermano, el alfa de la Manada Sombra Lunar, había muerto en la guerra territorial.
Para convertirse en el siguiente alfa de Sombra Lunar, Esteban había heredado todo lo que su difunto hermano había dejado atrás.
Incluida su viuda: Victoria.
Después de cada noche que Esteban compartía la cama con la mujer de su difunto hermano, me abrazaba y me susurraba palabras de consuelo:
—Otoño, solo espera un poco más. En cuanto Victoria quede embarazada, celebraremos nuestra ceremonia de apareamiento.
Ese era el único requisito que la manada le imponía para heredar el puesto de alfa.
En los seis meses desde nuestro regreso al territorio de Sombra Lunar, Esteban había ido a las habitaciones de Victoria incontables veces. Al principio, era una vez al mes, pero, con el tiempo empezó a acudir día por medio.
Finalmente, después de incontables noches esperando sola hasta el amanecer, llegó la noticia: Victoria estaba embarazada.
Pero, junto con ese anuncio llegó otro: Esteban y Victoria celebrarían su ceremonia de apareamiento.
—Mami, ¿alguien va a tener una ceremonia de apareamiento aquí? —me preguntó mi hija.
Miré alrededor, observando el fuerte contraste con nuestras humildes habitaciones. El salón principal estaba repleto de flores y globos. La gente iba y venía, preparando todo con entusiasmo. Abracé a mi hija, aún tan inocente, y dije:
—Sí, mi amor. Tu padre va a tener una ceremonia de apareamiento con alguien a quien ama. Eso significa que ha llegado el momento de irnos.
Esteban nunca entendió que a los lobos de la Manada Media Luna Plateada no nos importaban las llamadas ceremonias de apareamiento. En Media Luna Plateada, las lobas eran veneradas. Mi madre era la actual alfa, y yo solo necesitaba darle un heredero a la manada para reclamar su lugar.
Pensando en esto, marqué un número que no llamaba desde hacía cinco años.
—Mamá, ya tengo un heredero.