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Capítulo 5 El verdadero dueño

Por Pupy

- ¿Amigos?

Definitivamente esta mujer quiere volverme loco, como yo a ella.

Perfecto, encontré a alguien que va a ser un digno rival, hasta que la mandara detrás de las cuerdas.

Miré su rostro, le clavé la mirada a sus ojos, ella me la sostuvo y yo no pude pensar en otra cosa que no sea la perfección de sus ojos.

-Anoche lo saludó, al cruzarlo en el restaurante.

-Sí, es un conocido.

-Por eso le digo, es tan conocido suyo como mío, por ese motivo, no sabemos si lo estaba esperando a usted o a mí.

-Si quisiera verme a mí, me llamaría por teléfono, pediría una cita previa y entraría a la empresa.

-Si quisiera verme a mí, me llamaría por teléfono, me invitaría a salir o entraría a mi casa.

- ¿Me estás cargando?

-No, estoy dejando en claro mi punto de vista.

-No quiero escándalos con mis empleados.

-Por mí, no lo va a tener.

-Es todo, por ahora, pero recuerde, el trabajo no es una extensión de su casa.

Ella hizo una mueca que no comprendí.

-Claro que no es una extensión, mi casa es…

- ¿Qué es?

Le pregunté como si me realmente fuera importante su respuesta.

Ella revoleó los ojos y luego me contestó.

-Mi santuario.

Su respuesta volvió a sorprenderme.

La dejé ir.

Mi punto también estaba claro.

Contesté una llamada y luego me dirigí al estacionamiento, allí me estaba esperando mi chofer y un guardaespaldas.

Subí a mi Lexus y antes de que arranque, vi las maniobras que Emma estaba haciendo en su Mercedes.

Era un auto muy lujoso y nuevo y ella lo manejaba con mucha familiaridad.

Sin dudas, estaba acostumbrada a manejar ese tipo de auto.

- ¿Quién es realmente Emma Fonda?

Nunca la había visto, ni siquiera la escuché nombrar, sin embargo, parece pertenecer a mí mismo círculo social.

Llegué a casa, mi esposa no estaba, en ese momento me entró una llamada de Odri García.

Odri es una bella modelo a la que veo una vez por semana, nada serio, ni siquiera le puse un departamento, solamente un buen regalo cada vez que la veo.

No le juego al novio, ella sabe que estoy casado y que cuando la llamo, no quiero excusas.

No me gusta que me llame, atendí porque es raro que lo haga.

-Hola ¿Qué necesitás?

-Hola… 

-Decime.

Dije casi con indiferencia.

-Estoy en un evento y me encontré con Grace Obban.

Levanté una ceja.

No quiero problemas.

- ¿Y?

-Ella no te nombró, pero dice que sigue saliendo con el empresario de siempre ¿Sos vos? ¿Salís con ella?

-Me parece que no entendiste nada.

-No te entiendo.

-Te llamo yo, y solamente entiendo si tenés un evento importante, por lo demás, sabés que tenés que estar disponible y que vos no podés nombrarme, por más que a veces cenemos juntos y me deje ver con vos y si alguien me nombra o insinúa algo, vos te desentendés del tema.

-Eso es injusto.

-La vida es injusta, no quiero escenitas baratas.

Soy cortante, pero quiero poner las cosas en claro, aunque desde un principio ya lo había hablado.

-Y otra cosa, siempre te llamo yo.

Corte, casi enojado.

Voy a tener que manejar las cosas de otra manera.

Fui hasta mi estudio y desde allá, llamé a mi abogado.

Lo instruí para que redactara algún documento, donde tanto Grace como Odri o alguien en el futuro, tengan un bozal legal, donde no puedan nombrarme o insinuar que estoy en algún tipo de relación con ellas.

Yo también soy abogado, pero no voy a tomarme el trabajo de redactar algo.

Todo tendría que pasar por un escribano o notario para darle un formato más serio.

-María ¿Sabe algo de Nicoll?

-La señora dijo que iba a un evento y que cenaba en el Resort Dorado.

-Ceno afuera.

Le informo.

Me di una renovadora ducha, y me encontré con mi Santiago Park.

Cenamos en un exclusivo y discreto restaurant, donde el postre era el listado de la señorita que podías contratar.

Me felicitó por el pedido a mi abogado, me dijo que me va a imitar.

Él está divorciado y ya perdió demasiado al separarse, no le hacía gracia que alguien más le saque algo que él no estaba dispuesto a dar.

Entré a mi empresa, dormí más de lo que pensé, la chica no cubrió mis expectativas.

Antes de llegar a mi oficina, estaba la oficina de Kika y luego oficina general de ventas.

Me paré en el marco de la puerta de la oficina de Kika, que se comunicaba internamente con la otra oficina, en la que estaba Emma.

No entiendo por qué la recordé en ese momento.

-Kika, preparame un traje.

Yo tenía el traje de la noche anterior y aunque me había duchado antes de salir del hotel, prefería cambiarme.

-También quiero un café doble y una aspirina.

-Buenos días, señor, ya le llevo lo que pidió.

Seguí caminando y de reojo, a través de las paredes de vidrio, vi a las empleadas que estaban pendientes de su trabajo.

En realidad, a la que observé fue a Emma, aunque nunca miré de frente.

No pasaron ni 5 minutos, que, en la puerta de mi oficina, estaba, precisamente Emma, sosteniendo una bandeja en una mano y una percha de la cual colgaba una bolsa de tintorería que contenía mi traje.

-Permiso, señor.

Dijo Emma en voz alta, ya que no tenía ni una mano libre para golpear.

La miré por unos poco segundos.

Era bella y tenía clase.

No entiendo por qué estaba trabajando en ese puesto.

-Adelante.

Digo con indiferencia.

Ella apoyó la pequeña bandeja en mi escritorio y se quedó con el traje en la mano.

-Dónde desea que lo deje.

Sonreí.

Ella me dio pie para decirle cualquier cosa.

La miré y su rostro era de piedra.

No puede decirle nada inapropiado.

Solamente le guiñé un ojo.

-Dejalo en la silla.

-Permiso.

Dijo, sin esperar algo de conversación.

Me quedé con ganas de tener alguna disputa con Emma., eso se está volviendo una adicción, es algo que se siente natural y está pasando umbrales que ni yo quiero reconocer.

Me encanta verla frente a mí, sin miedo, con terquedad, sin temerme.

La vi irse, en realidad le miraba el culo, esa falda se lo marcaba de una manera muy sugestiva.

Ella es sugestiva, sensual… tiene cierto poder que no se lo da su hermosa carita o su bello y delicado cuerpo.

Miré la aspirina, pensé que me dolía la cabeza, pero me di cuenta de que el dolor había desaparecido.

Me cambie y luego le avisé a Kika que cuando saliera a almorzar, se hiciera cargo de mi ropa, la que había dejado en el baño de mi oficina.

La aspirina la guardé en el cajón de mi escritorio.

Trabajé hasta media mañana.

Programé una reunión con Humberto Olay, el director general de Textil Norte y mi cuñado, el marido de mi hermana.

Muchos creen que mi puesto como gerente es porque soy el cuñado del dueño.

Que hago lo que quiero porque tengo mi puesto asegurado.

Muchos intentaron serruchar el piso, hasta le fueron con cuentos a Humberto.

En las reuniones directivas, yo soy el único con puesto de gerente y no de director, que asiste y para muchos, tengo la osadía de corregir a todos y aún se asombran porque Humberto no corrige mi actitud.

No corrijo porque sí, siempre es para mejorar, aunque reconozco que puedo ser un poco grosero y algo engreído.

Algunos consideran que Humberto es muy blando conmigo.

Algunos intentaron decírselo y se sorprendieron ante la solidez de las palabras de Humberto al defenderme.

Muchos estaban desorientados y hasta intentaron ensuciarme al decir que mi nivel de vida no era el de un gerente, que seguramente desviaba fondos o que Humberto, todos sabían que era mi cuñado, me daba algún cheque especial por ser parientes.

Nadie sabía que la riqueza provenía de mi familia.

Sandy, mi hermana, que era 5 años mayor que yo, poseía el 20 % de Textil Norte.

Los negocios no eran lo suyo, al menos los textiles, lo de ella era el arte.

Era dueña de las 3 galerías de arte más prestigiosas del país.

Para poder montarlas, con todo su esplendor, me vendió el 30% de las acciones de Textil Norte.

Sí, yo tengo el 80% de las acciones, soy el verdadero dueño, Humberto, mi cuñado, no era más que una fachada, la cara visible.

Servía para eso.

Con su imponente altura, su seriedad, su honestidad y su capacidad, era el perfecto director de Textil Norte y todas sus filiales, con todas las marcas que poseíamos.

No solo nos dedicábamos a la industria textil, también teníamos miles de hectáreas, que pertenecían a nuestros padres, pero desde que yo me hice cargo de ese legado, tripliqué ese negocio.

Mi hermana confía en mí y no tiene objeción de mis manejos, porque son transparentes.

Mis padres aún son los dueños legales de los campos, yo solamente me encargo de todo lo que es venta de todos los productos, cereales, ganado, etc., 

Soy muy bueno en las transacciones comerciales, me gustan y me divierte.

Lo más divertido es que, me consideran dueño de nada, pero mi poder los abruma.

Termino inclinando todos los números a mi favor.

Por el momento, nuestros padres solamente nos cedieron la Textil y lo hicieron en partes iguales, es lo justo.

Tenemos mucho poder y muchísimo dinero, particularmente no lo escondo, Humberto y Sandy son un poco más reservados, suelen decir que es peligroso tanta ostentación y por supuesto, no aprueban cuando salgo sin mis custodios.

Pese a que trabajo muy duro, no dejo de divertirme.

Sí, soy un playboy moderno, pero que trabaja, aunque muchos crean que soy casi un mantenido por Humberto.

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