La luz de la mañana y el sonido de los autos por las calles hacen que me despierte. Mis ojos estaba hinchados y sentía que mi cabeza en cualquier momento explotaría. Definitivamente dormir llorando no es la mejor idea.
Me levante de la cama y fui al baño a darme una ducha, quería quitar todas las lágrimas de mi cara y la suciedad de estos días. Al salir, tome lo primero que encontré en mi armario y baje a deasyunar.
En el sofá pude ver la manta con la que tape a mi padre en la noche, pero no había ni el más mínimo rastro de él. Tome la manta por unos segundos pensando en cómo y dónde estaría mi padre, no entiendo porque ahora me preocupaba más de lo normal.
Mi mamá estaba en la cocina preparando el deasyuno, me acerque hacía donde estaba y rápidamente volteó a verme.
-Bueno días, hijo ¿dormiste bien?
-Buenos días, si, creo que pase una buena noche -mentía, pero no necesitaba saberlo.
-¿Quieres que te sirva de desayunar?
-Si, por favor -le dije sentandome en el comedor.
Mientr