Kenneth entró en su apartamento, luego de un largo día en la oficina. Estaba agotado, tras haber lidiado con el equipo de adquisiciones durante horas, lo que se suponía iba a ser una compra facíl se había vuelto un dolor en su trasero, recordandole cuanto detestaba lidiar con gente incompetente. Pero en su enorme departamento el silencio lo recibió como un viejo aliado, nada de voces, ni llamadas. Solo la tenue luz entrando por los ventanales que dejaban ver la ciudad a sus pies. Se dejó caer en el gran sillón del salón, luego de aflojarse la corbata, se quedo pensativo, observando a la nada, casi de manera melancólica.
Necesitaba un trago.
Con movimientos medidos, tomó un vaso y una botella de whisky caro del mueble bar. Se sirvió un trago, el líquido ámbar brilló bajo la luz y lo bebió despacio. El primer sorbo ardió en su garganta, pero no tanto como el recuerdo que se filtró sin permiso. Cerró los ojos y el recuerdo lo golpeó con violencia: Adriana temblando bajo su cuerpo, jadeand