Aunque Alma no decía nada a Edan para no causar más problemas, los siguientes días fueron un infierno.
Vivian soltaba su veneno por dónde pasaba y los enfrentamientos iban en aumento, sobre todo, cuando Vivian pretendía meterse con algún miembro de la familia de Alma.
—	Eres muy hermosa… — Murmuró Diana con un brillo de inocencia en los ojos, mientras que observaba a Vivian que hojeaba una revista en la sala del apartamento.
—	Lo sé, niña… Ahora vete… Shu, Shu… — Le chitaba como si se tratara de un animalito.
—	¿Te puedo contar algo sin que se entere mi mamá y mi hermana?. — Murmuró la niña sin moverse de su lugar.
—	Si… — Volteó Vivian con un repentino interés, esta podía ser su oportunidad para sacar algo de información. — Cuéntame. — Le susurró.
—	Una vez, vi una película de terror, de esas que me prohíbe mi mamá…
—	¡Ash! Qué fastidio… — Murmuró Vivian volteándose a su lugar, viendo que perdía el tiempo con la pequeña.
—	¿Sabes? En esa película había una mujer muy hermosa,