Silvia tenía varios sospechosos. Leticia y Roberta probablemente la odiaban más que nadie. Carlos no parecería capaz de llegar a tanto, pero tampoco podía descartarlo completamente, considerando cómo había derribado todas sus percepciones anteriores sobre él.
Después del incidente en la fiesta, Leticia había pedido permiso y ahora estaba en casa.
Sin dudarlo, Silvia se dirigió inmediatamente a la residencia de los Ferrero.
La empleada que abrió la puerta se sorprendió al verla, lo cual era comprensible considerando que Leticia y Roberta pasaban el día entero en casa hablando mal de ella.
—Señorita Somoza, ¿qué hace usted aquí?
—Quiero ver a Carlos —respondió Silvia directamente.
—Señorita Somoza, el señor Ferrero no está en casa. Sería mejor que volviera otro día.
Desde el interior se escuchó una voz suave:
—¿Quién es?
Fátima se acercó y al ver que era Silvia, quedó momentáneamente sin saber cómo reaccionar. Solo pudo soltar una risa nerviosa.
—¿Tú? ¿Qué haces aquí?
Silvia no tenía tie