Silvia explicó en voz baja:
—No servirá de nada. No pueden meterse con los Ferrero. Si publican las noticias según las instrucciones de los Ferrero, recibirán una gran suma de dinero; si las contradicen, podrían ser despedidos. ¿Qué crees que elegirán?
Ella ya lo había entendido cuando los periodistas comenzaron a hacer preguntas. Por eso, cuando Leticia cambió de tema, no siguió prestando atención, sabiendo que mañana todo lo que la gente conocería sería únicamente lo que Leticia quisiera que supieran.
—¡¿Qué?! —Vivian, disgustada, agarró el brazo de Silvia—. Si hubiera sabido esto, no habría ido a mirar. Debería haber acompañado a Silvia a invitar a la profesora Morales. Por cierto, ¿la maestra aceptó?
—Más bien lo rechazó. Su tiempo es muy valioso, pero al menos le entregué todos los trabajos de los estudiantes basados en sus teorías —respondió, considerándolo un pequeño triunfo.
Vivian miró a Silvia con preocupación.
—¿Silvia no está triste? ¿Qué dirán las autoridades de la univers