—¡Has avergonzado completamente a los Ferrero! Incluyendo todas esas cosas que publicaste en el foro. ¡No puedo ayudarte!
—¡Carlos! ¡Todo lo que hice fue por ti! Esa descarada te fue infiel durante el matrimonio, y aun así le diste tanto dinero y hasta ese apartamento. ¡Solo se casó contigo por dinero! ¡No la soporto! ¿Con qué derecho actúa sin vergüenza y encima se lleva el dinero de los Ferrero? —gritó Leticia, furiosa.
—¡Basta! —el rostro de Carlos se ensombreció aún más.
—Ya no se trata de si te ayudo o no. ¿Sabes quién te trajo aquí? Fueron los Caballero. ¡Nadie puede ayudarte! ¡Reflexiona sobre lo que has hecho! —dicho esto, Carlos se dio la vuelta para marcharse.
—¡No te vayas! ¡Carlos! ¡No te atrevas a irte! —Leticia golpeaba la puerta como una loca, pero en cuanto hizo un movimiento, dos policías se acercaron para detenerla.
—¡No me toquen! ¡Soy una Ferrero! —gritaba enloquecida, pero de nada sirvió.
Por la noche, Daniel trajo la cena y la preparó.
Mientras observaba a Daniel