—¡Mamá! Nuestra participación en las acciones es solo del cinco por ciento, mientras que los Caballero poseen el cuarenta por ciento, casi la mitad. ¿Cómo esperas que el rector se arriesgue a ofender a los Caballero por complacer a los Ferrero?
Además, había algo importante que no había mencionado: Leticia tenía mala reputación en la escuela. Amparándose en el apellido Ferrero, frecuentemente acosaba a sus compañeros. A cualquiera que le desagradara lo maltrataba, e incluso había forzado a varios buenos estudiantes a abandonar la escuela.
El rector ya se lo había explicado diplomáticamente: antes actuaba bajo la presión de los Ferrero, pero ahora que los Caballero habían intervenido, ¿cómo podía seguir protegiendo a Leticia?
—¡Como siempre, todos son unos abusivos que solo se aprovechan de los débiles! ¡Ay! ¿Qué será de mi Leticia? —Roberta comenzó a lamentarse.
El tono de Carlos se enfrió.
—La reputación de Leticia en la escuela... tú deberías saberlo mejor que yo, mamá. No es que no