Capítulo 108
En la enfermería, Silvia tenía grandes quemaduras en las piernas, con la piel roja, hinchada y ampollada. También había marcas de quemaduras en sus brazos.

Vivian quería acompañarla, pero Daniel no se lo permitió y mandó que la llevaran a casa.

Mientras el médico trataba las heridas de Silvia, ella contuvo la respiración. El dolor era intenso.

No era solo dolor, sino una sensación ardiente, como si innumerables insectos recorrieran sus piernas y brazos, mordisqueando su piel.

En medio de ese dolor agudo, sentía también un picor penetrante. Intentó rascarse, pero apenas rozar la piel le causaba un dolor insoportable.

— No la toques —Daniel le sujetó la muñeca para evitar que se moviera.

El médico trajo unas bolsas de hielo y se las entregó a Daniel, indicándole que las colocara directamente sobre las áreas quemadas durante al menos diez minutos.

Daniel tomó las bolsas y de repente recordó algo, deteniendo al médico:

— Disculpe, ¿ella puede usar hielo en su... ya sabe?

El médico comprend
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