(Renata Pellegrini)
- ¿Es todo lo que te llevas? - me pregunta Filippo mirando mi única maleta.
- Sí -respondo con una pequeña sonrisa.
Este piso venía ya amueblado, aquí no hay nada más que mi ropa, es mío. Y sólo estoy usando una maleta grande, por la ropa que Filippo me regaló en el centro comercial, de lo contrario sería sólo una bolsita de ropa vieja y gastada.
Aparte de la maleta, lo único que me llevo son los recuerdos. Todo lo que viví aquí, los momentos románticos con Filippo, los domingos divertidos y felices con Amanda...
- Estás preciosa - Filippo habla e mirarme vino hacia mí como un cazador que apunta a su presa. Aún hoy se me pone la piel de gallina cuando sus manos tocan directamente mi piel.
- Me he vestido especialmente para ti -digo sonriendo tímidamente.
Filippo me pone la mano en la cara, cierro los ojos y disfruto de su contacto cálido y cariñoso. Aunque sus manos están llenas de callos, me encanta que me toquen. Su pulgar acaricia mi mejilla, haciéndome sonreír.