Capítulo 10.
-¡Joder, Vanesa! – Gritó mi hermano por teléfono y yo di un respingo mientras dejaba caer el aparato. Lo recuperé rápidamente y mi hermano seguía despotricando.
Entendía por qué estaba enojado, pero solo había sido una pequeña broma.
-Deja de gritar. – Murmuré cuando hizo una pausa para tomar aire. - ¿Y yo cómo iba a saber que se ofendería tanto?
-Tienes suerte de que el jodido lobo desquiciado no te haya arrancado el cuello en ese momento o que no pueda permitirse declarar una m*****a guerra entre nosotros. – Gruñó con ferocidad Bastian. - ¿Y qué pensabas? ¿Que se lo pondría con una sonrisa?
-Quizá no con una sonrisa, pero…
-¡Carajo, hermana!
Yo suspiré.
Había estado aquí por cerca de tres semanas y la manada había caído en una rutina después de que la doctora y yo fuéramos de compras esa mañana cuando desperté y un Alfa se había marchado de mi cama.
La verdad hice lo mismo que había hecho con todas las cosas extrañas u horribles que pasaban en mi vida: Ignorar que algo pasa o