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Pero al ver que su hermana lloraba tan lastimosamente, asumió la responsabilidad de ser su hermano mayor y la consoló mientras la tomaba en sus brazos.

—No llores, Mia. Dios puede habernos cerrado una puerta, pero también nos abrió una ventana. Esa mujer malvada siempre está pensando en formas de usarnos, pero al menos tenemos a Olivia. Trabajaré duro y aprenderé sobre negocios y finanzas de papá. De esa manera, esa mujer nunca más podrá explotarnos—.

Al escuchar las palabras de su hermano, Mia se frotó los ojos y una sonrisa apareció en su rostro. Asintiendo, dijo: —Yo también trabajaré duro, Tomas.

—Voy a aprender medicina de mamá para poder proteger a nuestra familia—. Con eso, las semillas de sus sueños fueron plantadas en sus corazones.

Cuando Maia se encontró nuevamente con Kenneth, el anciano no solo no estaba enojado, sino que también le sonrió.

—Te he hecho esperar, ¿verdad, abuelo? ¿Te pasó algo bueno mientras yo no estaba? Parece que estás de muy buen humor —no pudo evitar
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