32. Pánico.

El fuerte caballero se pegó más a ella cuando la puerta pegó en su espalda y cabeza. Aunque ha sido un golpe contundente, su mirada apenas se desvió unos segundos hacia la rubia jovencita que ha ingresado, pero luego miró a esa Sunny de pálido rostro que pasó saliva viéndolo unos segundos y luego saliendo como despavorida del salón.

Darcy quiso retenerla, pero abrió mejor la puerta cuando las dos pequeñas con dudas en sus miradas lo vieron unos segundos y encendieron las luces del lugar. El corazón estaba agitado, pero también daba una orden de buscarla, de ir con ella y averiguar si eso que ha salido de su boca es real o fue una idea loca que su propia cabeza creó.

—¿Estabas regañando a Sunny?—consultó Zarah viendo a su padre pensativo.

—Uhm…—salió de la habitación viendo hacia el pasillo, pero claramente ella no estaba ahí.

—No, no lo hacía, es solo que…

El ceño se frunció de manera pesada cuando escuchó el motor de un automóvil. L
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