—Tengo algo que decirte y algo que darte. Lo dije porque pensé que se vería mal si usaba pijama en casa. Has estado tan ocupado que he estado esperando una oportunidad, pero ahora que parece que tienes algo de tiempo libre, le pedí a Selena que te hiciera un tiempo para pasar un rato a solas esta noche.
Avery todavía tenía una mirada en su rostro que decía que no podía entender sus intenciones. Como parecía claro que tenía algo importante que decirle, Avery se sentó frente a él.
Cuando Avery se sentó, el fuerte aroma del café permaneció en sus fosas nasales. Ella bajó la mirada y miró la mesa.
Había una taza de espresso frente a Damián. De repente, los ojos de Avery se oscurecieron al recordar la primera vez que lo conoció. En ese momento, Damián soltó una voz.
—¿Recuerdas dónde está este lugar?— Avery asintió inmediatamente.
—Claro que lo recuerdo. Fue aquí donde te conocí.
—¿Qué pensaste cuando me viste por primera vez?
Avery recordó el momento en que lo conoció por primera vez.