Salí del baño oliendo a rosas y recién salida de un baño con leche que me hizo sentir renacida. Aunque los cachorros todavía estaban en la habitación, vi a Maya de pie junto al espejo de la mesita de noche.
—Es hora de peinarte, mamá. Maya está aquí para ayudarte -mi hija respondió a mi pregunta silenciosa.
Kyle se apresuró a acercarme la silla y le besé la frente como recompensa.
Mi pequeño se sonrojó antes de regresar al lado de su hermana.
—Gracias por hacer esto, Maya —dije a la dulce adolescente.
—Siempre es un placer, Luna —respondió Maya. Me aplicó un producto para el cabello antes de secarlo con secador con destreza.
Después de unos minutos de silencio, Maya murmuró:
—Tienes un cabello hermoso, Luna. El color me sigue volviendo loca a pesar de que los lobos blancos han estado en la manada durante semanas.
Le agradecí a Maya nuevamente. Tan pronto como terminó de rizarme el cabello y peinarlo para dejarme rizos elásticos.
—Te dejaremos para que te vistas —susurro.
—Papá te comp