Capítulo 114.
Lizzie.
Esta tarde mi silla era especialmente incómoda y sofocante.
Había vuelto al trabajo hace un par de días y más o menos tenía una rutina.
Levantarme al amanecer, contemplar a la nada hasta que sonara el despertador, darme un baño rápido y ponerme un uniforme milagrosamente limpio para ir a la Estación de Policía.
Pasaría algunas horas frente el ordenador haciendo papeleo de forma automática, evitaría conversaciones con mis compañeros, me obligaría a levantar el trasero cuando el tío Jeff me mandara a comer y luego volvería frente a la computadora en medio de un transe y un coma inducido por la cafeina y donas de azúcar.
Me iría a casa en cuanto comenzara a atardecer para meterme directo a la cama después de arrojar mi uniforme sobre la mesa. Ahí me quedaría mirando hacia la ventana con la mente en blanco hasta que el sueño me venciera... y comenzara todo de nuevo.
Para este punto, el tío Jeff había notado que estaba actuando extraño, pero no insistió en el tema porque alguien le