Enzo
El frío de la mañana me calaba los huesos, una punzada helada que se colaba por mi chaqueta y me hacía sentir cada parte de mi ser despierta, alerta.El aire estaba cargado de anticipación y tensión. A medida que las camionetas blindadas avanzaban por el camino de nieve que conducía a la mansión de Daemon, un torrente de emociones íntimas luchaba por salir a la superficie. La adrenalina corría por mis venas, un recordatorio constante de por qué estaba allí y de lo que temía perder: Olivia.Ella era la única razón por la que estaba dispuesto a enfrentar a Daemon y a sus hombres. Sabía lo que podían hacerle. Ya me había encontrado con sus métodos, brutales y despiadados.Cada reversa de la camioneta, cada giro del volante y el rugido del motor, resonaba en mi pecho como un tambor de guerra. Tan pronto como llegáramos, sabía que esto sería una carnicería. No iba a mostrar piedad ante aquellos que se cruzaran en mi camino.Los hombres al