Me desperté con el olor a huevos fritos y café. Me estiré en la cama y luego me levanté, me puse el pijama y salí de la habitación hasta la cocina, donde estaba Hayden, con el torso desnudo y los jeans colgando de sus caderas. Él volteó a verme y sonrió, se acercó a mí y me dio un dulce beso en los labios.
— Espero que te guste la comida saludable — bromeó.
Lo abracé por la espalda y apoyé mi cabeza en su enorme y musculosa espalda.
— ¿Dormiste bien? — le pregunté.
Hayden separó mis manos de su pecho y se dio la vuelta. Me observó por un momento que pareció eterno; sus ojos azules brillaban con ternura.
— Me encanta dormir contigo, me siento tan relajado — me dijo.
Se inclinó y rozó sus labios en los míos. Envolví los brazos en su cuello y lo acerqué más; me encantaba besarle, sus labios siempre se sentían suaves y deseosos.
— Ven conmigo hoy — me pidió sobre mis labios.
Me aparté de él y lo miré a los ojos.
— ¿A dónde? — le pregunté.
Hayden me acercó otra vez a su pecho y me