3. Lo quiero a él

Llego al edificio en el que tiene Giovanna su agencia, agradezco al chofer y me bajo.

Estoy por entrar y noto a una mujer revisando su teléfono completamente distraída, lleva un traje blanco muy elegante y está a punto de ser empapada por un coche que se está acercando a toda velocidad.

«¿Por qué las personas se pierden tanto en los aparatos electrónicos cuando están en lugares públicos?» me pregunto resoplando con frustración.

Por alguna razón que no logro entender, mi instinto reacciona y me acerco unos segundos antes de que la mujer termine empapada, la tomo de la cintura con mi mano libre y le doy la vuelta para cubrirla de la salpicadura de agua sucia que estaba a punto de recibir, obviamente soy yo el que la recibe y quedo completamente empapado.

—¡Pero qué rayos le pasa! —exclama y me mira, mostrándome unos preciosos ojos color avellana y unos labios carnosos pintados en color rojo.

El calor de su cuerpo cerca del mío me desconcierta un poco y solo me quedo observando su cara disgustada, pone una de manos sobre mi pecho provocando un extraño cosquilleo y en ese momento la suelto.

—Siento haberla tomado a sí, pero…

—Me salvó de un baño de agua sucia —interrumpe, al darse cuenta de lo que acaba de pasar—. Pero usted quedó empapado.

—No sé preocupe.

—¿Puedo hacer algo para ayudarlo? —pregunta mirando el cabestrillo en mi hombro—. ¿Se lastimó?

—Estoy bien —respondo aclarándome la garganta—. Si me disculpa —me despido rápidamente y puedo sentir su mirada hasta que entro al edificio.

Subo al elevador y presiono el botón para ir al tercer piso. Las puertas se abren y me encuentro a Andreina en su escritorio, al verme sonríe y se pone de pie.

—Hola, Belamy —saluda—. Pero, ¿qué te pasó? ¿Por qué estás mojado?

—Un pequeño incidente con un coche que iba a exceso de velocidad.

—¿Estás bien? —inquiere Gio preocupada, al salir de la oficina. Se acerca y me da un beso en la mejilla.

—No pasa nada —le resto importancia—. Estoy bien, es solo agua.

—Agua sucia —farfulla Gio al revisarme.

—Giovanna, está empapado, tiene que cambiarse de ropa —menciona Adreina—. Se puede enfermar.

—No es necesario, de verdad —insisto—. No me va a pasar nada —pongo los ojos en blanco por su excesiva preocupación.

—Creo que tengo una camisa de August en el baño, déjame revisar —camina de prisa a la oficina y regresa a los pocos minutos con una camisa negra.

Me quita el cabestrillo y empieza a quitarme la camisa.

—Puedo hacerlo solo, Gio —resoplo.

—Déjame ayudarte —me regaña como si fuera un niño.

Antes de que pueda ponerme la otra camisa, se abre el elevador y ahí está la mujer a la que le debo que me estén vistiendo en un lugar público. Se queda mirando fijamente un poco sorprendida al encontrarnos en esta situación, sus ojos se detienen en mi abdomen desnudo y al notar que la estoy observando, se pone completamente roja.

—Buenos días —saluda, aclarándose la garganta.

—Señorita Golden —la recibe mi hermana, nerviosa—. Pensé que vendría más tarde.

—Me desocupé un poco antes, espero que no te moleste que viniera —explica con seriedad.

—Por supuesto que no —responde Gio con la camisa en las manos.

—Yo puedo —digo quitándosela, me alejo para terminar de vestirme y me inmovilizo de nuevo el hombro.

—Pase por favor —le pide señalando la puerta de la oficina.

La mujer vuelve a mirarme y asiente siguiendo a Gio, para después cerrar la puerta.

—¿Quién es? —indago al regresar con Andreina a su escritorio.

—Destiny Golden, la dueña de una agencia que maneja varias de las revistas más importantes de la ciudad.

—¿Todavía existen revistas? —inquiero.

—Tiene una que se publica por mes, es muy popular y la venden en las librerías, pero las otras semanales salen en formato electrónico.

—No tengo idea de nada de eso, no leo revistas.

—Son muy interesantes, algunas son de moda, belleza, hay de deportes, de arquitectura y otras cosas, su agencia es la más importante de Washington.

—¿Y qué hace aquí? —interrogo—. ¿Es amiga de Gio?

—No, llamó hace unos días, creo que está buscando los servicios de un actor —cuchichea—. Pero no tengo idea de para qué.

El teléfono timbra y se disculpa para contestar, me alejo un poco para darle espacio para que pueda hacer su trabajo.

—¿Crees que se tarden? —le pregunto a Andreina señalando la puerta de la oficina, al ver que ya se desocupó.

—No lo sé —contesta.

—Gio me dijo que necesitaba hablar conmigo —explico inquieto.

—Bueno, entonces siéntate y espera un poco —sonríe—. ¿Quieres un café?

—No, estoy bien, gracias.

Me acomodo en una de las sillas, saco mi teléfono y la curiosidad me gana, por lo que entro a g****e y pongo el nombre de Destiny Golden. Efectivamente como Andreina lo dijo, es la dueña de una agencia de revistas, tiene treinta y un años, viene de una familia bastante adinerada y al parecer es soltera, hay varias fotografías de ella y en todas aparece vestida de manera muy elegante.

En ese momento se abre la puerta de la oficina y guardo mi teléfono sintiéndome descubierto, como si pudieran darse cuenta de lo que estaba haciendo.

—Siento mucho no tener nada más que ofrecerle —se disculpa Gio contrariada.

—No es lo que necesito, estoy segura que mi familia se daría cuenta de inmediato si llevo a uno de tus actores —responde disgustada caminando hacia el elevador.

Giovanna se encoge de hombros y me mira.

—¿Todo bien? —pregunto y niega con la cabeza.

—Vamos a la oficina —me pide y asiento.

Me pongo de pie, damos unos pasos y…

—¡Lo quiero a él! —exclama de pronto la señorita Golden.

Nos giramos en su dirección y me está señalando.

—¿Perdón? —cuestiona Gio sorprendida—. Él no…

—Te pagaré lo que me pidas —interrumpe sin quitarme los ojos de encima.

—Es que él es…

—Podría darte una buena cantidad de dinero —me mira y frunzo el ceño sin entender una sola palabra—. Todo en está vida tiene un precio —declara.

—No se trata de eso —rebate Giovanna.

—Sé que tu agencia está pasando por un mal momento —asevera con seriedad—. Podría ofrecerte un buen acuerdo en el que todos salgamos beneficiados, piénsalo y espero tu llamada, solo recuerda que no tengo mucho tiempo —advierte cuando se abre el elevador y se va.

—¿Qué rayos fue eso? —interrogo confundido, ya que no entendí nada.

—Ven —me toma de la mano y entramos a la oficina.

—¿Para qué me quiere esa mujer? —indago.

—Esto es confidencial —advierte con seriedad y asiento para que continúe—. Destiny Golden vino a buscar un actor.

—¿Y yo que tengo que ver en eso? —inquiero.

—Probablemente pensó que trabajabas aquí.

—¿Lo quiere para un comercial o una de sus revistas?

—No.

—¿Entonces? —insisto con curiosidad.

—Quiere contratar a un actor que se haga pasar por su novio para un viaje familiar.

—¿¡Qué!? —grito.

—Shhhhhh —sisea—. No quiere que nadie se entere, ni Adreina —murmura.

—Pero si es una mujer joven y muy atractiva, ¿por qué querría un actor para eso?

—No tengo idea, pero no le gustó ninguno de los actores del catálogo y no me permitió explicarle que tu no eres un actor.

—Estoy muy lejos de serlo —bufo.

—Después la llamaré y le explicaré que eres mi hermano.

—Bien, es lo mejor, porque hacerme pasar por actor, ni lo sueñes —aclaro y se carcajea.

—Lo sé, no pensaba insistir —asegura y me observa con curiosidad—. ¿La habías visto antes?

—¿Por qué lo preguntas?

—No sé, te miraba de una forma extraña.

—Pues me encontró medio desnudo cuando llegó, ¿cómo querías que me mirara después de eso?

—Tienes razón —resopla—. Tenía la esperanza de que al contratar a un actor, me ayudaría con la promoción de la empresa en alguna de sus revistas.

—¿Y por qué no pagas por esa promoción?

—Lo he intentado, pero tienen una enorme lista de espera y le dan prioridad a ciertos negocios, llegué a pensar que podría llegar a un acuerdo con ella si contrataba a alguien, pero no resultó.

—Lo siento, hermanita.

—En fin, nos quedaremos el tiempo que sea necesario y cuando llegué la hora de cerrar, no me quedará de otra.

—Pues sí, ¿y de qué querías hablar conmigo?

—Vamos a comer, estoy hambrienta y ahí te contaré.

Salimos de la oficina, el restaurante está a unas cuadras de la oficina por lo que vamos caminando, apenas entramos y nos acomodan en una de las mesas cerca a la ventana.

—¿Todo está bien? —le pregunto, al terminar de hacer nuestra orden.

—Sí, después de la comida de ayer en tu casa, estuve pensando en lo del viaje que te recomendaron.

—¿Se te ocurrió algo?

—Sí, August y yo estábamos planeando viajar a Florida, ¿qué te parece si vas con nosotros? —propone—. Tenemos mucho tiempo sin viajar en familia, creo que es un buen momento para hacerlo.

—No quiero ir de chaperón.

—No seas ridículo, te dije que vamos en familia —rebate.

El mesero llega con nuestra comida y empezamos a comer.

—Por favor, Belamy, anímate un poco —insiste.

—Está bien, ¿cuándo tienen pensado viajar?

—En dos semanas, el tiempo en el que dejarás de usar eso —señala mi hombro—. August tiene que dejar algunas cosas listas y Andreina se encargará de todo en la oficina.

—Está bien, los acompañaré, así aprovecho para saludar a mis ex compañeros.

—Perfecto, hablaré con August para darle la buena noticia —aplaude entusiasmada.

Seguimos disfrutando de la comida, mientras ella planea el itinerario para el viaje, y aunque no quiera admitirlo, me agrada la idea de tomar unas vacaciones en familia y pasar más tiempo con mi sobrina.

—¿A dónde vas a ir? —pregunta, mientras caminamos de regreso a la oficina.

—A la estación.

—¡Belamy! —exclama.

—Solo voy a recoger algunas cosas —aclaro.

Llegamos al edificio y nos encontramos con Destiny nuevamente.

—Giovanna, ¿podemos hablar? —se acerca.

—Por supuesto, vamos a la oficina.

—Deberías ir tú también —me señala—. Esta conversación tiene que ver contigo.

—Destiny, Belamy es mi hermano —explica Giovanna—. Hace unas horas no me dejaste explicarte que no es actor y no tiene nada que ver con mi agencia.

—Lo entiendo, pero te aseguro que tengo una propuesta muy buena qué hacerte —rebate con seguridad.

—Eso está perfecto —intervengo—. Pero esto es algo que no tiene nada que ver conmigo —aclaro antes de que esta mujer imagine que puede utilizarme como su novio temporal—. Nos vemos, Gio —le doy un beso en la mejilla y al mirar a Destiny me está observando disgustada.

—Siempre obtengo lo que quiero —advierte muy segura.

—Me alegro por usted —respondo—. Pero no cuente conmigo —le guiño un ojo, le doy la espalda y me alejo sin mirar atrás.

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