El hombre sintió de inmediato una ráfaga de frío recorrer su cuerpo. Cerró las piernas, que antes tenía abiertas sin reparo alguno, y se dijo para sí: ¿por qué debería temerle a esta mujer?
Sonrió con calma y se sirvió un vaso de agua, pero Marina se adelantó y le arrebató el vaso de las manos.
Él, tranquilo, volvió a llenar su vaso y comentó, como si nada:
—No es nada grave, solo me parece que tu personalidad es bastante admirable.
Pensó para sí mismo: Cuando se entere de que Diego y Leticia van a casarse, con su carácter, seguro se adaptará rápido a la situación.
Marina lo observó fijamente unos segundos antes de volver a girar la cabeza y continuar viendo un video gracioso en su iPad.
No podía evitar en ese momento sospechar que este hombre le estaba ocultando algo importante.
—Marina, mañana, después del desayuno, nos vamos a alojar afuera por un tiempo —le dijo él, con un tono muy serio.
Temía que, si se quedaba más tiempo en la familia Herrera, Armando pudiera descubrir que no er