Si María y el bebé estuvieran vivos, tal vez también estaría dedicándose a la educación prenatal todos los días.
El hombre esbozó una sonrisa sombría que se desvaneció casi al instante.
Cada vez que Marina escuchaba a Diego leer esos libros médicos tan densos y complejos, el sueño comenzaba a invadirla por completo. Justo cuando estaba a punto de sucumbir al cansancio, el celular vibró: Yolanda le estaba enviando una videollamada.
Marina alzó al instante la barbilla e hizo un gesto con la mano, indicando a Diego que se retirara. Cuando él salió, ella esbozó una sonrisa ligera antes de aceptar la llamada.
Yolanda, con una mirada atenta, la observó entusiasta antes de hablar:
—Marina, ¿te has dado cuenta de que tu cara se ve un poco más redonda?
—... Últimamente he estado comiendo mucho y no he hecho nada de ejercicio —respondió Marina con una sonrisa algo incómoda.
Después de tantos días solo comiendo y durmiendo, era natural que cualquier persona subiera de peso.
—Te cuento que la fami