La noche había caído sobre New York, y los pequeños Gabriel y Emma, tomaban las llaves con sumo cuidado para no hacer ningún ruido, y con la misma precaución abrían la puerta de la entrada principal. Estaban decididos, durante el día, la escuela, su nana, los sirvientes o su madre, los mantenían bajo constante vigilancia, y solo la noche les daría la libertad para realizar su objetivo. —Es hora, vamos, dejaremos un mensaje a papito en la piscina, y le diremos que nos busque en nuestra casa. — dijo Gabriel mostrando a su hermana un par de marcadores. Emma asintió. — Si, pronto mamita y papito van a estar juntos. — respondió la pequeña con ilusión. Logrando abrir exitosamente la puerta de entrada sin hacer ruido, los gemelos salieron con paso apresurado hacia los elevadores, y apoyándose en Gabriel, Emma había logrado alcanzar el tablero para presionar el botón que los llevaría al último piso, en donde se hallaba la piscina. En la piscina, Henry Bennett daba un clavado para aden
Aquella tarde, Katherine Holmes firmaba algunos documentos en su oficina. Todos se habían marchado hacia una media hora atrás, quedando solo tres empleados en la tienda para atender a los clientes. Tal y como lo esperaba, las tiendas Divane estaban en su punto más álgido, y ya se estaban acomodando a la altura de marcas de renombre como lo era Chanel. En New York, todo está resultando en un rotundo éxito, y más pronto que tarde, su venganza habría concluido, y ella estaría junto a sus hijos de regreso en Londres…tal y como lo había planeado. Terminados sus deberes, la hermosa rubia salía de su oficina para pasar a comprarse algo para cenar, y de allí, iría a casa…no había tenido la oportunidad de celebrar su cumpleaños junto a sus gemelos, y lo estaba echando de menos; quizás, el fin de semana podrían pasarlo viendo películas, y, ¿Porque no?, quizás invitar a Jackson a pasar el tiempo con ellos, después de todo, se hallaría casi completamente sola en aquella enorme ciudad, si no fue
Aquel día, John había decidido visitar a Katherine con una propuesta. Todas las miradas se amontaban para verla pasar en aquellos blancos pasillos. Dependientas, costureras, y personal diverso, no despegaban la vista de aquella hermosa mujer de cabellos rubios, que siempre lucia elegante y recta. Sus ojos eran simplemente impresionantes; agresivos en extremo, y seductores al borde del infarto. Su cuerpo era hermoso; no se notaba que era la madre de dos pequeños, hacia soñar a los hombres, y quizás, a algunas mujeres también. John observaba como era prácticamente inevitable que la mayoría de las personas en ese lugar, mirasen con tanta atención cada enérgico paso que daba Katherine Holmes. No era difícil darse cuenta de que Katherine era una mujer hermosa, realmente lo era, sin embargo, le parecía interesante notar la admiración que la mayoría de esas personas parecían sentir por ella, y es que, francamente, Katherine había demostrado ser una mujer realmente impresionante. Había vivi
El roció de la mañana besaba las rosas rojas en los jardines de aquella casa. Las aves cantaban hermosas melodías que a cualquiera podría alegrarles el corazón. El sol ya se había asomado con su brillo eterno sobre las colinas, y, sin embargo, Emily sentía que su rabia y celos iban en aumento. Su madre, hablaba con la madre de Henry por teléfono, sobre retomar el compromiso entre ella y el apuesto magnate, pero la rabia que sentía por el desaire de Katherine y los aires de superioridad que aquella pordiosera le había demostrado, la mantenían irritada en exceso. De ninguna manera podría tolerar aquello, de ninguna manera podría consentirlo. Katherine Holmes no era nada más que la hija de un hombre humilde; no tenía nada en si misma para tener esa superioridad y restregársela en la cara…era simplemente intolerable. —Pensé que estarías más feliz, después de todo, mamá te está cumpliendo tu capricho. — dijo Arthur. La voz de su hermano tan solo logró irritar aún más a Emily. —El qu
En su lujoso departamento, Henry despertaba con un terrible dolor muscular; había subido a la piscina con la esperanza de volver a gemelos, y se había ejercitado nadando hasta que no le quedaron más fuerzas. Mirando su celular, vio que pasaban las tres de la tarde. Apresurado y adolorido, se había metido a bañar con la rapidez de un relámpago, iba tarde hacia la junta de asociados y con esa sería la tercera vez, sus socios no estarían nada contentos. Mirándose en el espejo, vio su aspecto desalineado; tenía los ojos enrojecidos por los desvelos, y la barba comenzaba a crecerle más dándole un aspecto terrible y desordenado. Hacia algún par de meses que no se cortaba el cabello, y si admitía la verdad, parecía un vagabundo.Se sintió realmente miserable de notarse así, tan demacrado…tan destruido. Tomando el rastrillo, se quitó la barba desalineada y luego lavó bien sus dientes, pero aquellas mismas preguntas que se había estado haciendo, nuevamente bombardeaban su cansada mente. ¿Por q
La rubia no dijo palabra alguna, y caminando con arrogancia junto a Katherine y su secretaria, entró en aquel espacio privado. Katherine la miró, era extraño ver a la que una vez fue su mejor amiga y no sentir nada más que desprecio hacia ella, aunque aquello era normal, ella la había traicionado.—Veo que no has cambiado mucho Emily, aunque ahora vistes de Prada y no Divane, supongo que no debe de parecerme extraño, después de todo, jamás podrías aceptar que yo soy su diseñadora. — dijo Katherine con voz calma para luego volver a sentarse tras su lujoso escritorio.Emily miró con desprecio a la rubia altiva, quien la miraba fijamente y sin agachar la mirada. Emily notaba que había algo diferente en Katherine; ya no tenía aquella mirada dulce y tranquila, ahora parecía una fiera que estaba dispuesta a morder su yugular.—Por supuesto, he cambiado Katherine, y tienes razón al decir que jamás podría aceptar que alguien como tu crea que está a mi nivel, después de todo, yo soy la futura
—Buenos días, Karla, ¿puedes anunciarme con la señora Holmes? Vengo religiosamente a cumplir mi primer día como el director de este bello lugar. — se anunciaba John con su acostumbrado buen humor, sin embargo, sus pensamientos aún estaban enfocados en su hermano y la ex prometida de este.—Claro señor Bennett, yo lo anuncio. — respondía la secretaria sonriendo coquetamente.Devolviéndole la sonrisa, él se sabía todo un casanova, sin embargo, Katherine no era un hueso fácil de roer, y menos aun cuando su estúpido hermano mayor, le había hecho tanto daño.—Karla, hoy estás preciosa, realmente pareciera que decidiste vestirte así solo para mí, ¿Acaso estas tentándome? — dijo John en tono seductor con la sola intención de incomodar a la joven secretaria.La joven secretaria se sintió avergonzada ante aquel avance tan directo. Pero antes de que pudiera responder, la puerta de la oficina de Katherine se había abierto con rapidez.—John, que bien que llegaste, entra a la oficina. — dijo Kath
Eran las doce del mediodía en el elegante edificio Bennett Corp., Henry se había perfumado, se había puesto su mejor traje, y se había peinado como lo hacía antaño cuando aún era el fiel esposo de Katherine Holmes.En aquella junta que con sus inversionistas y los socios de la cadena de hospitales había tenido, había sido terminante. Él no estaba desempeñando un buen trabajo al frente de la compañía, y la incursión de aquel lugar del que Katherine era dueña los había puesto en una mala posición; habían perdido clientes importantes, y los inversionistas comenzaban a inclinarse con el nuevo lugar que ofrecía nuevas oportunidades y más recientes.Mirándose en el espejo, Henry se sintió como un hombre atractivo una vez más, y no como el ebrio descuidado y maltrecho que había sido desde que había dejado a la mujer que realmente amaba. Esa tarde la vería, volvería a ver a su amada Katherine, pues se había concretado una junta con ella y su nuevo CEO, y su tío había armado una propuesta para