Capítulo 577
Mateo me acarició la cabeza y dijo: —Me encargaré de todo. No te preocupes y mantén la calma.

—¡Delia!

Olaia gritó de repente, sobresaltándome.

Mateo, que normalmente era tan sereno, se alarmó al seguir la dirección del dedo de Olaia.

Nunca había visto esa expresión de desasosiego en su rostro.

En un instante, Mateo me alzó en brazos y sentí la humedad en las piernas mientras la sangre comenzaba a descender.

Agarré su brazo con fuerza: —El bebé…

—No te preocupes, todo estará bien.

Su voz era firme, un estímulo tanto para mí como para él.

Al estar tan cerca, noté que su pulso estaba acelerado.

Al entrar en la sala de emergencias, vi que su mano temblaba.

Olaia, herida, caminaba con dificultad, y José, inexplicablemente, avanzaba más lentamente de lo habitual.

Ella miró al hombre que tenía delante y no pudo evitar preguntar: —¿Por qué no contestaste mis llamadas?

José, sin mostrar emoción, respondió: —Era tarde y no era conveniente.

Olaia se alteró: —¿No sabes que tengo una emergencia?
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