Mis lágrimas brotaron: —No hace falta...
—¡Está bien!
Eloy sonrió y comentó: —Mateo tendrá que encontrar la forma de conseguir el antídoto. Probablemente no tendrá mucho tiempo para ti, así que, ¿qué te parece si te llevo a ti y a tu abuela a vivir conmigo?
Al escuchar eso, mis lágrimas brotaron aún más y me picó la nariz.
Era cierto que la familia Hernández la había lastimado, pero ella estaba dispuesta a llevar a mi abuela a su casa por mí.
Y yo ni siquiera había compartido con ella algo tan importante como mi embarazo a tiempo...
Negué con la cabeza repetidamente: —No, mamá, Olaia está aquí para acompañarme y no quiero que te sientas mal por mí.
—Tú...
Eloy no insistió tras mi rechazo: —Entonces, cuando tu abuela se recupere, ¿puedes venir a pasar tiempo conmigo?
Respondí de inmediato: —¡Por supuesto! Hasta que te canses de mí y me eches, no me iré.
Ella habló con ternura: —Entonces, lo tendré en cuenta.
—¡Bien!
No pude evitar reírme.
Solo de pensar que tenía una madre que deseaba m