Ahora solo fue envidada a los países nórdicos, seguía siendo parte de Empresa Innovatica y trabajando bajo Mateo. Ya era bastante.
Mateo no lo negó: —¿Todavía aquí?
—¿Me voy?
Antonio se quedó confundido.
Mateo había castigado a Lola, pero a él aún no.
Mateo lo miró con frialdad: —Que no se repita. La próxima vez, ni esperes a que te lo diga. Te largas por tu cuenta.
—¡Sí, gracias, Mateo!
Aliviado, Antonio se levantó rápidamente y miró a Mateo: —No te preocupes, no volveré a traicionar tu confianza.
Mateo hizo un leve gesto con la mano: —Vete.
Antonio salió apresurado tras Lola.
Corriendo, llegó justo cuando Lola arrancaba el coche. Antonio agarró la ventanilla que ella había bajado: —Lola, necesito hablar contigo.
Lola giró el rostro, secándose las lágrimas: —Si vas a decirme que debí haberte hecho caso, ahórratelo.
—No es eso.
Antonio se inclinó, mirándola a los ojos a través de la ventanilla: —Lola, no estaré con nadie más. Te esperaré.
Volver al lado de Mateo ya no era una opción, p