Asentí: —Sí.
—Entendido.
Mateo hizo una pausa breve, con una sonrisa en la voz, y sugirió suavemente: —¿Quieres que vaya a buscarte?
Aunque estaba algo molesta, al escucharlo se me pasó el enfado:
—No hace falta, tengo auto. Pero primero tengo que hablar con Olaia, puede que tenga que ver la tienda antes de ir a verte.
Apenas terminé de decir esto, me llamó Olaia. Rápidamente le dije a Mateo: —Hablamos luego, voy a contestar a Olaia.
Al descolgar, escuché la alegre voz de Olaia: —Delia, ¿ya estás en camino?
Sonreí: —Estoy por salir.
Con tono travieso, soltó una risa:
—¿No prefieres quedarte un poco más con tu novio?
Reí: —¿Qué pasó?
Olaia suspiró: —La empresa de reformas no es buena, ya concerté una cita con otra. Si vienes ahora, solo te aburrirías esperando.
—Bien —respondí sin dudar—, ¿entonces gracias?
—¿Gracias? ¡Con el sueldo y las acciones que tengo, cualquiera me envidiaría! —dijo riendo.
De repente, notó algo y exclamó: —¡Delia! No me digas que ya querías llegar tarde.
Arranqu