Él arqueó la esquina de su ojo: —Está bien, tengo dinero.
...
—No supe qué decir. Tenía razón. Solo asentí y respondí: —Está bien, me voy ahora. Cuando termine con la ropa, te la enviaré a casa.
...
Cuando volví a Delian, ya había alguien en la oficina.
Enzo me miró con resignación: —¿Cómo regresaste al país sin avisar? Si no hubiera hablado con Dave, ni siquiera sabría que habías vuelto.
—¿No estabas de viaje?
Sonreí: —Pensé en decírtelo cuando regresaras.
En este momento, Olaia entró con pasos ligeros en sus tacones y me miró con una ceja levantada: —¿Pudiste resolverlo sin problemas?
Asentí: —Sí.
—¿De verdad?
Olaia parecía incrédula: —¡Déjame verlo!
Anoche le mencioné que hoy iba a divorciarme de Marc, y ella no lo creía.
Estaba convencida de que surgiría algún contratiempo.
Le entregué el certificado: —Aquí está, es auténtico.
La última vez, debido a mi inexperiencia, Marc me engañó con un certificado falso.
Olaia se mostró aliviada: —Finalmente, has terminado con este maldito matr