—Delia, tu tío ya recibió la notificación de divorcio.
Informó Luis, añadiendo una advertencia: —Me crucé con él al salir del hospital. No tenía buen aspecto, es probable que cause problemas a tu tía.
—Entendido, gracias. Voy para allá.
Mi tía estaba en una etapa crítica de su tratamiento, y el estómago era especialmente vulnerable a las emociones.
Una gran discusión no sería buena para su recuperación.
Colgué y regresé al reservado, acercándome a Olaia: —Olaia, te dejo a cargo. Ha surgido un problema con mi tía y necesito irme.
Su expresión se tornó seria: —¿Qué ha pasado? Voy contigo.
—No creo que sea grave.
Le di una palmadita en el hombro: —Quédate y disfruta, no quiero que te preocupes.
Luego, tomé mi bolso y me despedí antes de salir.
Enzo se levantó rápidamente: —Te llevo, has bebido.
—Bien.
Sabía que él había venido solo, y si me iba, no querría quedarse.
Ya fuera, le pregunté: —¿Puedes conducir?
—No he bebido ni una copa —respondió con una ligera sonrisa.
Me sentí aliviada y s